A cuatro años de la llegada del COVID-19 en Centroamérica

La normalidad volvió y la prevención se fue, aunque el virus circula en toda la región. La enfermedad ha dejado casi 60,000 fallecidos.

Cuatro años y 4.3 millones de contagios después, los centroamericanos parecen haber dejado muy engavetado el recuerdo surreal del inicio del COVID-19 en la región y salvo contadas excepciones, las medidas preventivas, aquellas muy populares en marzo de 2020 como el uso de la mascarilla y el distanciamiento físico, son cosas del pasado. 

La vida cotidiana volvió a ser lo que fue antes de aquel 4 de marzo, cuando se detectó el primer contagio de coronavirus en el istmo.

Y aunque la enfermedad circula entre nosotros, con todas sus mutaciones y subvariantes, el miedo se fue. Adquirir la enfermedad ya no es la sentencia de muerte que llegó a ser aquel verano trágico que nos sumió en temor y nos recluyó en nuestras casas con una cuarentena prolongada y la paralización de las sociedades.

Los especialistas en la región, incluidos los de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) coinciden en que la vacunación y nuestros organismos han hecho su trabajo y nos volvimos mucho más resistentes a esta enfermedad tan altamente contagiosa.

Las autoridades sanitarias, sabiendo que el escenario ha cambiado, también han bajado la guardia. Pocos son los recordatorios de que la prevención en estos casos, como en el de cualquier enfermedad previsible, es muy importante.

En El Salvador, donde las cifras del COVID-19 dejaron de ser actualizadas hace más de un año, en los últimos 3 días no ha habido ningún mensaje de las autoridades sanitarias para fortalecer la prevención. Ni siquiera recordando que la campaña de vacunación está vigente en unidades de salud, hospitales estatales y en el Seguro Social.

En Guatemala, la inmunización sí es promovida, pero no con la intensidad de hace un par de años.  

En Honduras, la atención está puesta en la prevención del dengue y el COVID, igual que en los anteriores países, relegado.

En Costa Rica y Panamá, las cosas son iguales. 

Y Nicaragua, por sus condiciones propias de un estado regido por una dictadura, la información es hermética.

El coronavirus no es ya una prioridad. Aunque en todos los países el virus circula.

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