Obispo exiliado de Managua condena represión religiosa en Nicaragua: “Lo que no podrán impedir es que el Crucificado revele su victoria”

Monseñor Silvio José Báez dijo que la dictadura no podrá impedir la lucha por la justicia ni la verdad, mientras en Nicaragua hay amenazas de cárcel para quienes realicen actividades públicas en Semana Santa.

Imagen tomada de redes sociales.

En un nuevo episodio de represión contra la Iglesia Católica, el régimen de Daniel Ortega ha prohibido las procesiones religiosas en las calles de Nicaragua, intensificando su estrategia de control y silenciamiento en plena Semana Santa. Ante esto, el obispo auxiliar de Managua en el exilio, Silvio José Báez, alzó la voz desde Florida: “La dictadura de Nicaragua ha prohibido procesiones en la calle. Lo que no podrán impedir es que el Crucificado revele su victoria en cada lucha por la verdad y la justicia, en cada esfuerzo por defender la dignidad de las personas y en cada acto de solidaridad por las víctimas”.

Las palabras del obispo reflejan el creciente malestar dentro y fuera del país ante las últimas acciones del régimen, que ha intensificado su ofensiva contra la Iglesia.

Según denuncias recopiladas por Despacho 505, jefes policiales han visitado parroquias a lo largo Nicaragua para emitir una advertencia directa: cualquier manifestación pública de fe —incluidas procesiones, el uso de pólvora litúrgica o incluso oraciones en la vía pública— será castigada con arrestos.

Estas amenazas se recrudecieron en vísperas del Domingo de Ramos, jornada tradicionalmente marcada por actos religiosos masivos en la vía pública.

Sin embargo, este año, los templos han recibido la orden tajante de mantener toda celebración litúrgica estrictamente dentro de sus instalaciones.

Un sacerdote, que por razones de seguridad pidió el anonimato, relató cómo fue visitado por el jefe policial de su distrito. “Se presentan con sonrisas y saludos, dicen que vienen por cortesía, pero luego te dejan claro que si salimos en procesión, nos meten presos”, denunció el religioso.

La política de intimidación, lejos de ser un hecho aislado, forma parte de una campaña sistemática del gobierno nicaragüense contra la Iglesia Católica, una de las pocas instituciones que ha mantenido una postura crítica frente al autoritarismo de Ortega.

Desde 2018, el régimen ha encarcelado a sacerdotes, confiscado bienes eclesiásticos, cancelado órdenes religiosas y cerrado emisoras católicas.

Pese a ello, voces como la de monseñor Báez mantienen viva la esperanza y la denuncia.

Mientras tanto, las iglesias del país enfrentan una Semana Santa bajo vigilancia, con el temor de la represión, pero con una fe que se niega a ser silenciada.

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