Las tradiciones religiosas en los países centroamericanos se arraigan producto de la herencia establecida por los españoles en la época de la colonia y hoy son una práctica cultural y cristiana que se comparte de generación en generación, la cual se siente con más fervor en las celebraciones de la Pascua y la Cuaresma.
Las actividades de Semana Santa inician el Domingo de Ramos y finalizan el Domingo de Resurrección. La conmemoración es parte integral de la cultura del istmo, desde la visión cristiana de la iglesia católica romana.
En razón de ello, las diferentes parroquias organizan las actividades cristianas en las que se conmemora la pasión, crucifixión y la resurrección de Jesucristo, que, además, invita a reflexionar las vicisitudes de la vida, donde los evangelios se entrelazan entre los acontecimientos históricos y el contexto actual.
Los religiosos establecen sus agendas para invitar a la conversión, reforzar su fe y a los cambios de comportamientos para buscar el camino de la salvación, el perdón y la convivencia armónica social.
Durante los seis domingos que integran la Cuaresma, los evangelios están relacionados con la conversión espiritual, el pecado, la penitencia y el perdón.
Más de la mitad de los 47 millones de centroamericanos es católica. Se estima que hay al menos 25 millones de ciudadanos que profesan esta fe que, aunque ha caído en número de practicantes, continúa siendo la más importante de la región.
Con el inicio de la Pascua se establece la llegada de la Cuaresma, y para vivirla, los centroamericanos se preparan para asistir a las actividades cristianas.
La primera celebración a la que más asisten los feligreses, es el miércoles de ceniza. Acuden a los templos para recibir la imposición de la ceniza con la señal de la cruz.
En el proceso de la imposición se repite la frase “Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás”.
También durante las celebraciones realizan la conmemoración de la pasión de cristo con judeas que imitan desde que lo condenan hasta que lo crucifican, y en ello se viven las 12 estaciones que hizo Jesús en su vía crucis.
Además, el jueves santo, en la iglesia se da el tradicional lavado de los pies, con la que simulan el que hizo Jesús a sus discípulos durante la última cena.
Pero también cada día realizan procesiones con la imagen de cristo cargada por creyentes, en la que se leen las diferentes estaciones vividas por Cristo, lo cual hacen hasta el día viernes por la noche con velas encendidas.
Y el sábado los feligreses rezan el rosario, con el que acompañan a la virgen María en su duelo.
Y luego el domingo, la población asiste a la iglesia para celebrar la resurrección de Jesús de Nazaret.
Sin embargo, cada una de las naciones centroamericanas paralelo a las celebraciones cristianas conmemoran este tiempo de diferentes formas, por ejemplo, en Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador la feligresía diseña alfombras de flores, aserrín, sal o frutas en las diferentes calles, a la que los visitantes y sus habitantes asisten para contemplar el arte popular religioso, uno muy arraigado y que simboliza la entrega de fe.
En Guatemala, por ejemplo, en la capital y en Antigua, las expresiones populares son muy importantes, porque hay multitudinarias procesiones, como la de Jesús Nazareno de Santa Catalina de Bobadilla. Cada una marcada por el acompañamiento de una enorme carroza en la que se transportan imágenes sacras. Pero las procesiones más importantes tienen lugar el Viernes Santo, donde sobre inmensas y coloridas alfombras elaboradas con mucho ingenio, avanzan las multitudes acompañando a Jesucristo en su vía crucis y luego, a su Santo Entierro.

En El Salvador, una de las tradiciones es la de los Talcigüines, que se realiza en Texistepeque, Santa Ana, cuando los hombres endiablados azotan a los feligreses. Se cree que con los golpes se reducen los pecados. Y al final, los encapuchados rojos son vencidos por Jesús.
Belice mezcla lo deportivo, con una importante carrera ciclista, con los festivales y las expresiones católicas.En Nicaragua, donde este año la dictadura ha prohibido las procesiones de Semana Santa, se acostumbraba a realizar una peregrinación acuática por las isletas del Lago Cocibolca, que es una verdadera delicia para quienes participan de ella.

Para Honduras, las alfombras en Comayagua son obras de arte que encierran tradiciones y espiritualidad.
En Costa Rica, por las calles se miran cruces moradas que simbolizan la penitencia. Las procesiones en Cartago y San José son de las más expresivas.

Mientras que en Panamá, con esa su cultura tan propia y alegre, la danza y otras expresiones artísticas se juntan para mezclarse con los simbolismos religiosos.
Así es la Semana Santa en Centroamérica, mágica, colorida, simbólica, llena de tanta historia.