Centroamericanos se ajustan a las nuevas medidas migratorias en Florida

La llamada ley DeSantis, la que castiga a inmigrantes ilegales y a quienes les den empleo, ha sacudido a Florida y muchos centroamericanos tratan de sobrellevarla adaptándose a nuevas reglas. Centroamérica 360 conversó con periodistas sobre lo que ocurre en el estado del sol.

Miles de Centroamericanos que radican en ciudades de Florida, Estados Unidos, temen verse perjudicados por la nueva ley migratoria que entró en vigencia el pasado 1 de julio. Algunos se han ido a otros Estados y algunos más piensan seguir sus pasos.

Periodistas centroamericanos que se han asentado en Miami, relataron a Centroamérica 360 algunos aspectos de la realidad que ahora enfrentan las familias de migrantes centroamericanos, a raíz de la ley SB 1718 promovida por el gobernador republicado Ron DeSantis.

Winston Potosme es un periodista nicaragüense que colabora como freelance para varios medios de comunicación.

Radica en Miami desde 2018 y las últimas semanas se ha dedicado a monitorear y reportar “la normalidad” en algunas ciudades del Estado de la Florida desde la entrada en vigencia de la ley SB 1718, la Ley Desantis, como le han llamado.

Ajustándose a nuevas reglas

A su criterio, y tras recorrer varias ciudades, hablar con mucha gente y observar la cotidianeidad, los migrantes centroamericanos sí temen a la nueva legislación, pero mientras unos se han marchado del estado, otros, que a su juicio son la mayoría, se están quedando y ajustando a las nuevas reglas.

“Datos precisos no tengo, nadie los tiene, pero he conocido casos de familias que tenían años acá que se fueron del estado de la Florida a buscar opciones más seguras de residencia”, comenta Potosme.

Dice que donde más ha percibido la huida de familias indocumentadas es en Miami Dade y las comunidades al sur, donde se asientan principalmente los latinos.

“Conozco personalmente el caso de un señor hondureño que se dedicaba a limpiar piscinas con un equipo de hasta 10 trabajadores. Con la ley empacó sus maletas y tomó sus dos Van con su familia y se fue a Carolina del Norte. No quiso quedarse a ver qué pasaba”, dijo Potosme.

El periodista ha observado pequeños detalles que, a su criterio, son resultados de la entrada en vigencia de la ley desde el pasado 1 de julio.

Más apartamentos vacíos y menos clientes

“He visto más rótulos ‘se renta’ que antes. La renta de casas o apartamentos en Miami es difícil, y cara, pero ahora veo con más frecuencia rótulos de se alquila o se renta y creo que tiene que ver con la ley”, señala.

Además, dice que hay menos movimientos de clientes en negocios latinos donde antes los centroamericanos se detenían a comer y charlar.

“Los mismos dueños de negocios se ha quejado de que hay menos venta y consumo en sus locales, y cuentan que tenían clientes y amigos de hace años que se fueron de sus ciudades”, explica.

Señala que distribuidores de mercancía y agencias de trabajo han aumentado en algunos casos los pagos de las horas de trabajo para atraer nuevos trabajadores, ya que sí se han ido de varios sectores.

En los grupos de Whatsapps de las comunidades centroamericanas, se difunden mensajes de nuevas plazas abiertas o disponibles a raíz de la entrada en vigencia de la ley: “en tal hacienda buscan 10 cosechadores, en tal bodega necesitan reponer 15 obreros, en tales empresas buscan gente para la construcción”.

Ley divide opinión pública

Sin embargo, las señales pueden ser imperceptibles a simple vista y el periodista indica que la ley ha dividido a los indocumentados: hay quienes ya tienen papeles y justifican la ley porque creen que en efecto el estado estaba sobresaturado y las oportunidades laborales estaban cada vez más difíciles.

Ron DeSantis, republicano, gobernador de Florida desde 2019.

Señala que antes de la entrada en vigencia de la ley, organizaciones de la sociedad civil y los derechos humanos convocaron a marchas y plantones de protesta.

“Con la cantidad de indocumentados que se dice que hay aquí, más de 700 mil, y sus familias, se esperaban manifestaciones gigantes, pero no las hubo de tal magnitud”, comenta.

“Si se desarrollaron y llegó gente, pero no todo lo que se esperaba”, dice y explica que en parte de debe a la diferencia de opiniones respecto a la ley: “muchos

inmigrantes con papeles no llegaron porque no les afecta y los indocumentados no llegaron por temor a exponerse y ser deportados”.

Centroamérica 360 también contactó a “Lissa”, una periodista guatemalteca corresponsal de agencias de noticias en el sur de Florida.

Ella evita dar su opinión con identidad propia pues aún está en trámites migratorios y parte de su familia está en las mismas condiciones desde el año 2020.

Lo más “feo” está por venir

Sin embargo, Lissa, quien es solicitante de asilo, ha reportado para varias agencias y cadenas de noticias sobre el tema y piensa que lo más “feo de la ley” y sus efectos aún no se han desencadenado.

“Si se ha ido mucha gente del estado. Mis vecinos salvadoreños y unos nicas se fueron a California, que es un estado considerado santuario y donde piensan que se sentirán a gusto con el idioma y el clima”, comenta.

Ella ha recorrido negocios, centros de trabajo y plazas de asistencia recurrente de inmigrantes y dice que ha notado los cambios.

“Ya no llegan como antes, alegres, bulliciosos, en grupos. Es una realidad: muchos se han ido y otros toman medidas como salir menos, exponerse menos y hablar menos. Te puede dar risa o pesar: algunos se han teñido el cabello y buscan ajustarse a los estándares de vida americana para pasar desapercibidos”, comenta.

¿Cultura malinchista?

La nueva ley, que forma parte de un paquete de más de 200 aprobadas este año por el Congreso de Florida, obliga a las empresas con más de 25 trabajadores a usar un programa oficial de verificación del estatus migratorio de cada obrero, so pena de multas y pérdida de la licencia.

Ella también cree que muchos migrantes con estatus definido aprueban la ley y es algo que ella juzga como “terrible cultura malinchista”.

La ley SB 1718 castiga con severidad a los inmigrantes indocumentados y a quienes los ayuden.

Su entrada en vigor el 1 de julio en Florida, en medio de protestas y cuestionamientos, ha dividido la opinión pública entre agradecen las acciones del gobernador Ron de Santis y entre quienes lo critican como un “ataque de la extrema derecha”.

“Lissa” ha logrado hablar con pequeños empresarios de origen latino y ha conocido de primera mano la preocupación de ellos sobre la mano de obra.

“Mentiría quien te diga ahorita que no tiene preocupación por la ley. Ya muchos están viendo menos mano de obra y menos clientes demandando comida latina. Un señor guatemalteco que tiene una fonda en Sweet Water no deja de quejarse de cómo ahora vende menos tacos, pupusas, tamales y sopas que demandan los clientes centroamericano”, relata.

Lluvia de consejos y recomendaciones por WhatsApp

La periodista también ha entrado en grupos de WhatsApp y Telegram donde abundan los mensajes de la comunidad latina sobre el tema.

Uno de los mensajes que más escucha es el de recomendaciones de ciudades adonde viajar fuera de la Florida.

“Los latinos son muy comunicativos y te van contando cómo les va a donde van  llegando. Ayer muchos estaban compartiendo ubicaciones y direcciones de empresas y ciudades donde han logrado llegar a buscar trabajo”, dijo.

“Además, comparten mensajes de aliento y consejos. Ellos recomiendan no usar muchos vehículos particulares sino usar los servicios públicos de transporte. No llegar a ciertas plazas y lugares donde sospechan que los dueños son republicanos o cercanos a DeSantis y otras medidas de seguridad”, dice.

Otros, por ejemplo, recomiendan clínicas y centros de atención donde curarse o tratarse enfermedades a menos costo, para evitar ir a hospitales públicos donde se les puede reportar ante las autoridades.

“Lissa” además comenta que muchas de las familias que decidieron quedarse, han recurrido a abogados y servicios de para-legales para tratar de abrir un proceso migratorio que les permita quedarse donde tienen años viviendo.

Los indocumentados, que algunas organizaciones estiman en más de un millón, se integran laboralmente a tres sectores: la agricultura, la construcción y el turismo.

Para “Lissa”, en pocos meses se tendrán datos oficiales de la caída de esos sectores y hasta entonces “valoraremos su impacto”.

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