Conmemoran aniversario del asesinato de San Romero de América

El lunes 24 de marzo de 1980, el arzobispo de San Salvador, monseñor Óscar Arnulfo Romero, fue asesinado por un pistolero de los escuadrones de la muerte. Después de más de 4 décadas, su mensaje social, potente, sincero y profundo, recala entre muchos.

Los salvadoreños recuerdan este domingo a monseñor Óscar Arnulfo Romero, San Romero de América, el arzobispo mártir de San Salvador, asesinado por la ultraderecha el lunes 24 de marzo de 1980 en el momento que oficiaba una misa en una pequeña capilla capitalina.

Monseñor, como se le decía, se convirtió en la voz más potente e incómoda contra las dictaduras militares que venían gobernando, a punta de fusil, al país más pequeño del continente.

En la víspera de su martirio, considerado “por odio a la fe”, dio la más notable de sus homilias, una que aún retumba como un clamor de respeto a los derechos ciudadanos y que sirvió de combustible emocional durante mucho tiempo en un país que vivió 12 años de guerra civil y 3 décadas más de violencia derivada de las pandillas.

Aquel domingo, el quinto de la Cuaresma, lanzó el potente mensaje: “en nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión…!”.

Sus frases, asociadas por la derecha, los militares y empresarios a la insurgencia, el comunismo y el “veneno de los pueblos”, eran aplaudidas por los asistentes a las misas en la catedral de San Salvador, donde está sepultado.

Curiosamente, hasta 1977, Romero estuvo asociado con los acaudalados y pudientes del país, por aquel entonces dedicado de lleno a la agricultura. Pero el homicidio de un sacerdote y sus ayudantes, en ese año, le cambiaron la brújula social al arzobispo y comenzó a denunciar los múltiples atropellos cometidos por los cuerpos de seguridad, entres represivos por excelencia.

Tras su asesinato, llegó una ola de violencia sin precedentes, recrudeció la persecución política y el país se vio sumido en un conflicto que dejó más de 75,000 muertos.

La izquierda se adueñó durante años de su imagen y su mensaje, lo que acentuó la división ideológica que vivió el país.

Cuando fue beatificado en 2015 y canonizado en 2018, a pesar de ser el único santo salvadoreño y de que su mensaje se volvió “universal”, pero San Romero de América sigue dividiendo las opiniones de los creyentes católicos salvadoreños.

 

La última homilía de Monseñor Romero

Domingo 23 de marzo de 1980:

La Iglesia Un Servicio De Liberación Personal, Comunitaria, Trascendente – Quinto Domingo De Cuaresma

Queridos hermanos:

Sería interesante ahora hacer un análisis pero no quiero abusar de su tiempo, de lo que han significado estos meses de un nuevo gobierno que precisamente quería sacarnos de estos ambientes horrorosos y si lo que se pretende es decapitar la organización del pueblo y estorbar el proceso que el pueblo quiere, no puede progresar otro proceso. Sin las raíces en el pueblo ningún Gobierno puede tener eficacia, mucho menos, cuando quiere implantarlos a fuerza de sangre y de dolor…

YO QUISIERA HACER UN LLAMAMIENTO DE MANERA ESPECIAL
A LOS HOMBRES DEL EJERCITO, Y EN CONCRETO A LAS BASES DE
LA GUARDIA NACIONAL, DE LA POLICIA, DE LOS CUARTELES

Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: NO MATAR… Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios… Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla… Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado… La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre… En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión…!

La Iglesia predica su liberación tal como la hemos estudiado hoy en la Sagrada Biblia, una liberación que tiene, por encima de todo, el respeto a la dignidad de la persona, la salvación del bien común del pueblo y la trascendencia que mira ante todo a Dios y sólo de Dios deriva su esperanza y su fuerza.

Vamos a proclamar ahora nuestro Credo en esa verdad…

 

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