Dictadura de Nicaragua se abraza fuerte al Kremlin

El régimen de Daniel Ortega mantiene su decisión de apoyar a Rusia, a pesar de los fuertes rechazos internacionales por la invasión a Ucrania.

El régimen de Nicaragua celebró el 79 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas con Rusia en un acto que evidenció la creciente proximidad entre ambos regímenes dictatoriales. 

La ceremonia, presidida por el embajador ruso Alexander Nikolaevich Khokhólikov, resaltó el fortalecimiento de los lazos bilaterales en un contexto de tensiones geopolíticas globales donde Nicaragua se ha alineado a la política invasora de Rusia.

Khokhólikov agradeció a los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo por su apoyo a Rusia, destacando la cooperación en varios sectores de Rusia, a cambio del apoyo de Nicaragua en foros internacionales en favor de la invasión y matanza rusa en Ucrania. 

Sin embargo, este acercamiento ha generado críticas en algunos círculos internacionales, especialmente considerando el actual contexto de la invasión rusa a Ucrania y los cuestionamientos a la gestión de derechos humanos y democracia por parte del régimen nicaragüense.

Las reuniones ministeriales de 2023 y la Primera Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-América Latina, que culminó en la formación de una comisión de cooperación entre Rusia y Nicaragua, son indicativos de esta relación en profundización.

Estos encuentros han sido vistos como un esfuerzo de Managua por diversificar sus alianzas internacionales en un momento de aislamiento por parte de varios gobiernos democráticos y organizaciones internacionales.

La cooperación ruso-nicaragüense ha abarcado desde la ayuda militar hasta la promesa de modernización de infraestructuras clave en Nicaragua. 

La presencia de Laureano Ortega Murillo, asesor familiar para las inversiones, comercio y cooperación Internacional, en la ceremonia, reafirmó el compromiso de sus padres de fortalecer la cooperación con Rusia. 

Ortega Murillo anunció la próxima visita de una delegación de la Comisión Económica Euroasiática, que según él podría abrir la puerta a Nicaragua como Estado observador en este foro, marcando un paso significativo en la estrategia de relaciones exteriores de Managua.

Este evento no solo refleja la consolidación de Nicaragua como un aliado estratégico de Rusia en la región, sino también la estrategia de Rusia de aumentar su influencia en América Latina, como contrapeso a la cercanía de Estados Unidos.

Daniel Ortega restableció lazos con el Kremlin en 2007, tras más de 16 años de un virtual congelamiento del vínculo entre los anteriores gobiernos democráticos y Moscú.

Nicaragua fue el segundo país, detrás de Rusia, que reconoció en 2008 la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, provincias separatistas de Georgia, hoy república independiente que formó parte del bloque dominado por la disuelta Unión Soviética.

Y también ha apoyado, justificado y defendido la invasión rusa a ucrania en febrero de 2022, que desde entonces generó la mayor crisis entre el bloque occidental y Moscú desde el fin de la Guerra Fría, que se extendió desde 1946, poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) hasta el colapso de la Unión Soviética en 1990.

Desde entonces el ejército nicaragüense ha recibido la cooperación militar rusa, incluyendo tanques de guerra, artillería, tecnología, medios de transporte y pertrechos militares, además de entrenamiento.

Durante el primer gobierno de Ortega (1984-1990), la hoy disuelta Unión Soviética suministró a Nicaragua armas, aviones, tanques y helicópteros, asistencia que se desvaneció junto con la disolución de esa potencia mundial.

Estados Unidos criticó el respaldo nicaragüense a Rusia sobre la guerra de Ucrania y mantiene a Nicaragua bajo la categoría de “amenaza a su seguridad nacional”, mientras el régimen danza alrededor de enemigos públicos de Washington como Irán, China, Corea del Norte, Venezuela, Cuba y Rusia.

Tanto Ortega como los militares dentro de su bolsillo han acusado a los estadounidenses y europeos de encabezar acciones que tratan de derrocarlo desde 2018, cuando protestas sociales en demanda de mejoras en el seguro social fueron aplastadas a sangre y fuego por órdenes de Ortega y Murillo, quienes son señalados de cometer crímenes de lesa humanidad por la masacre de más de 355 personas y provocar heridas a más de 4,000.

Washington y la UE han sido críticos de las medidas de represión política y corrupción del gobierno sandinista, por lo que han aplicado sanciones a la familia del dictador Ortega y sus funcionarios leales, incluyendo militares bajo servidumbre de esa familia.

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