Los salvadoreños recuerdan este 13 de enero a las víctimas del potente terremoto que destrozó parte del país en 2001 y que dejó oficialmente 944 fallecidos y 5,565 heridos.
El sismo de 7.7 tuvo su epicentro en el océano Pacífico, a unos 100 kilómetros al suroeste de San Miguel (oriente del país), pero dejó los mayores daños en Santa Tecla, ahora convertido en distrito, una de las ciudades incorporadas al Área Metropolitana de San Salvador, aunque forma parte del departamento de La Libertad.
Además, se reportaron 108,261 viviendas destruidas y otras 169,692 dañadas, afectando a más de 1.3 millones de personas en todo el país.
Uno de los desastres más significativos fue el deslizamiento de tierra en la colonia Las Colinas, en Santa Tecla, donde un alud sepultó cerca de 200 viviendas, causando la muerte de aproximadamente 485 personas, lo que representó alrededor del 60% del total de fallecidos.
Las pérdidas económicas fueron igualmente significativas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estimó los daños en aproximadamente $1,255.4 millones, equivalentes al 9.5% del PIB de El Salvador en ese momento.

Estos daños se distribuyeron entre los sectores sociales (40%), infraestructura (32%), sectores productivos (20%) y medio ambiente (5%).
El terremoto también tuvo un impacto ambiental considerable, con numerosos deslizamientos de tierra que afectaron infraestructuras y asentamientos humanos, además de la pérdida de flora y fauna, lo que incrementó la vulnerabilidad del país ante futuros fenómenos naturales.
Y como si de una película apocalíptica se tratase, justo un mes después, el 13 de febrero, otro terremoto (6.6 grados) sacudió al país provocando más daños.