Raúl Mulino estaba destinado a ser presidente de Panamá y en el mapa no aparecía nada que lo detuviera, a pesar de reclamos y señalamientos, mientras en Guatemala, Bernardo Arévalo tejía un eslabón más de su cadena de recursos para tumbar a la fiscal general, su enemiga (y la de la democracia, para muchos). Y a la sombra de lo político, Tegucigalpa se asfixia por la contaminación.
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