Especialistas del Centro de Predicciones Climátias de Estados Unidos anunciaron que el esperado fenómeno de La Niña será débil y de corta duración, contrario a lo que se había proyectado.
Este se produciría en septiembre y finalice en noviembre, cuando inicialmente se habló de que sería a partir de junio y hasta agosto.
El pronóstico es de 71 % de la formación del fenómeno para ese período.
“Las condiciones más débiles de La Niña implican que sería menor probable que resulte en impactos en el invierno, aunque señales predecibles aún pudieran influenciar la guía de pronóstico”, dijo el Centro en su más reciente actualización de informe.
El fenómeno de El Niño se caracteriza por el calentamiento anómalo de las aguas del Océano Pacífico, lo que provoca cambios en los patrones climáticos de Centroamérica.
Este suele generar sequías severas en la región, afectando la agricultura y provocando escasez de agua. Las comunidades dependen de la lluvia para sus cultivos, por lo que la falta de precipitaciones puede conducir a pérdidas económicas significativas y aumentar la inseguridad alimentaria.
Por otro lado, La Niña se manifiesta con el enfriamiento de las aguas del Pacífico y tiende a provocar un aumento en las precipitaciones en Centroamérica. Esto puede resultar en inundaciones y deslizamientos de tierra, poniendo en riesgo infraestructuras y comunidades vulnerables. Además, el exceso de agua puede afectar la calidad del suelo y provocar enfermedades relacionadas con el agua, exacerbando la vulnerabilidad de las poblaciones que ya enfrentan desafíos socioeconómicos. Ambos fenómenos tienen implicaciones profundas en la estabilidad social y económica de la región.