Latinobarómetro 2023: democracias centroamericanas en período de recesión

Las cosas se han complicado en Centroamérica en cuanto a democracia se refiere, según el Latinobarómetro, un informe regional en el que se analiza qué ocurre en la región en cuanto a libertades.

Las democracias en América Latina no pasan por su mejor momento y los países centroamericanos no escapan al fenómeno. De hecho, desde los turbulentos años 80, los países de la región no atravesaban una sequía democrática tan marcada como la de hoy.

Así revela el panorama el informe Latinobarómetro 2023, la recesión democrática de América Latina, producido por la Corporación Latinobarómetro, una corporación de derecho privado sin fines de lucro con sede en Santiago de Chile, la única responsable de los datos.

Gráficas tomadas del informe Latinobarómetro 2023.

Latinobarómetro aplicó entrevistas en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Uruguay, Venezuela, El Salvador, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Panamá y Paraguay. 

El estudio no se aplicó en Nicaragua en 2023, el país número 18, porque no existen las condiciones de seguridad para los encuestadores en la dictadura de Daniel Ortega.

En total se aplicaron 19,205 entrevistas cara a cara con muestras nacionales representativas de la población de cada país, de todos los habitantes de 18 años y más que habitan en el respectivo territorio.

El margen de error de las muestras nacionales es de 3,0% y el margen de error de la muestra total de la región, de 1,0%.

Latinobarómetro financió su estudio 2023 con fondos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); también han participado con donaciones empresas privadas extranjeras y gobiernos de fuera de América Latina.

Si bien el estudio abarca a 18 países, para este análisis nos centramos en los datos para Centroamérica, con información directa de 6 países y una evaluación sobre datos históricos recientes para Nicaragua, el país con las peores condiciones democráticas no solo del istmo, sino de la región latinoamericana, junto a Venezuela.

Guatemala en la cuerda floja

Este país tendrá la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 20 de agosto de 2023 y tuvo la primera vuelta el 25 de junio de 2023.

Si bien la primera se desarrolló con anomalías tolerables dentro de la normalidad, la segunda ha sido convulsa por acciones del Ministerio Público contra uno de los partidos específicos, lo cual evidencia el alto grado de riesgo democrático en este país, que ya de por sí es uno de los que menos apoya la democracia.

Alejandro Gammattei, presidente de Guatemala (2020-2024).

Guatemala registra la tasa de apoyo a la democracia más baja de toda la región (29%), con un retroceso de 8 puntos porcentuales desde 2020, cuando alcanzaba un 37% de apoyo.

Según el barómetro, la indiferencia por el tipo de régimen -democrático o autoritario- alcanza el primer lugar de la región con un 41%, lo que significa un crecimiento de 10 puntos porcentuales desde 2020, mientras que la preferencia autoritaria -quienes prefieren un régimen autoritario- aumenta 9 puntos porcentuales, hasta el 23% en 2023.

La recesión democrática más severa

De acuerdo con el análisis de datos del estudio, la recesión democrática en Guatemala “es la más severa”.

“Con el más débil en apoyo a la democracia, Guatemala es tierra fértil para populismos y autoritarismos”, cita el informe y reseña que en la elección presidencial de 2023 se eliminaron los candidatos más competitivos contra el oficialismo, “en una afrenta abierta de la integridad de la elección y un gesto evidentemente autoritario”.

Del electorado inscrito para votar un 40% se abstuvo y del 60% que votó, un 24% lo hizo nulo y en blanco. Es decir, de facto, el 46% del total de votantes sufragó por un candidato. Es decir, menos del 50 por ciento de los guatemaltecos eligió nuevo presidente.

“Las consecuencias de esa forma de protesta que combina abstencionismo con voto nulo y blanco tumbaron las encuestas y llevaron a una segunda vuelta con los candidatos menos esperados”, reseña.

El informe destaca que, desilusionados de la democracia, el electorado guatemalteco ha dado una lección a la política ejerciendo la poca soberanía que le quedaba, dadas las intervenciones del oficialismo que se benefició al eliminar los candidatos más competitivos.

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en agosto 2023 será entre la exprimera dama, Sandra Torres (15,7%) de Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y Bernardo Arévalo, candidato del Movimiento Semilla, que apenas aparecía en las encuestas y llegó al 11,8%, dejando fuera a Edmond Mulet y Zury Ríos, que quedaron en quinta y sexta posición, respectivamente.

Todas las encuestas se equivocaron porque situaban a Arévalo cerca del octavo lugar.

A Arévalo, cuya cabeza busca decapitar el régimen del presidente saliente Alejandro Giamattei, se le identifica como socialdemócrata mientras que Torres, más conservadora, mira con interés al modelo del salvadoreño Nayib Bukele.

“La democracia se debilita aún más en Guatemala puesto que el oficialismo, descontento con el resultado de la elección, decide declararla ilegítima e intenta que se repita. Así, esta democracia pende de un hilo delgado al cierre de este informe”, dice el análisis.

A esto se agrega que llegan al parlamento 18 partidos y ninguno de los dos candidatos a la segunda vuelta tiene mayoría, mientras la futura oposición tiene la mayor representación.

El pronóstico para la salud de la democracia en este país es reservado: “Guatemala se balanceará con cualquiera que triunfe en agosto, con una democracia débil, una oposición muy fuerte y una minoría en el Parlamento”.

Honduras: yoquepierdismo alimenta los riesgos del autoritarismo

El informe registra que en Honduras el apoyo a la democracia es de solo un 32%, el más bajo de la región después de Guatemala (29%).

Lo anterior, incluso aumenta 2 puntos porcentuales entre 2020 y 2023 (del 30% al 32%).

Xiomara Castro, presidenta de Honduras (2022-2026).

El dato es relevante tomando en cuenta los antecedentes antidemocráticos del país: un golpe de Estado en 2009 y un fallo judicial amañado que permitió la reelección del presidente Juan Orlando Hernández en 2017, quien ahora yace en prisión en Estados Unidos acusado de crímenes de narcotráfico.

Eso permitió el regreso al poder de la familia del depuesto presidente Manuel Zelaya, ahora de la mano de su esposa, Xiomara Castro, de ideología de izquierda y alineada a las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, China y otros actores de malas calificaciones democráticas.

Mayoría indiferente y proclive al autoritarismo

Honduras cuenta con la mayor cantidad de ciudadanos indiferentes al tipo de régimen (41%), junto con Guatemala.

Al examinar las diferencias entre 2020 y 2023 se aprecia un dato preocupante: quienes prefieren un gobierno autoritario aumentan en todos los países, salvo en Panamá.

“Por esto es necesario mirar detrás de los promedios, dado que en los otros dos indicadores de esta pregunta el promedio regional se compone de aumentos y disminuciones en diversos países, a diferencia del indicador sobre autoritarismo, que crece en todos menos uno”, señala el informe al respecto.

“No me importaría que un gobierno no democrático llegara al poder si resuelve los problemas”, responde la mayoría de hondureños sobre si prefieren un gobierno democrático o uno autoritario.

Esta pregunta aborda el tema del poder que un ciudadano entrega a través del voto a un gobierno que pasa por encima de las leyes, aunque no sea militar. Una actitud claramente populista-autoritaria, según el estudio.

“Honduras en una situación propicia para un populismo abierto. En los últimos 20 años, entre 2002 y 2023, este indicador aumentó en la región del 44% al 54%, con un ritmo pausado, pero consistente, que consolidó esta opinión como mayoritaria en varios países. El primero de estos es Honduras, donde el 70% dice que no importa un gobierno no democrático. Eso deja a Honduras en una situación propicia para un populismo abierto”, señala el informe.

La respuesta es el primer indicio de que los ciudadanos buscan crecientemente, en cualquier parte, una solución a sus problemas, en una demanda de autoritarismo y de populismo a la vez.

Finalmente, se observa entre los hondureños un leve aumento del 10% al 12% de preferencia por el autoritarismo entre 2020 y 2023.

“Esta no es una democracia robusta, en especial si se agrega la insatisfacción con el desempeño del régimen, las actitudes populistas y autoritarias, así como la apreciación por los partidos políticos. Estas debilidades dejan expuesta a su democracia ante todo tipo de ataques en abierta recesión”, advierte el informe.

Costa Rica: doloroso retroceso democrático

Otrora Costa Rica era uno de los países que se destacaba en América Latina por la fortaleza de su democracia. Sin embargo, ahora ingresó a la lista de las democracias con problemas.

Los indicadores de democracia del estudio evidencian una caída preocupante en el tejido y vocación democrática de Costa Rica.

Rodrigo Chaves, presidente de Costa Rica (2022-2026).

El país tiene una pérdida importante de 11 puntos porcentuales de apoyo a la democracia, desde un 67% en 2020 a un 56% en 2023.

Además, aumentó la cantidad de indiferentes al tipo de régimen de 10 puntos porcentuales, del 12% en 2020 al 22% en 2023.

Por si fuera poco, también creció en 5 puntos porcentuales la cantidad de quienes apoyan el autoritarismo, desde el 11% al 16% entre 2020 y 2023.

Es decir, Costa Rica retrocede abiertamente, con un deterioro muy significativo y simultáneo de las tres dimensiones. Esto deja a su democracia expuesta y más vulnerable.

El país está gobernado por Rodrigo Chaves, un autócrata de poca tolerancia a la prensa y a los controles de las instituciones de fiscalización, quien no obstante, tiene un alto nivel de aprobación ciudadana, la segunda más alta detrás de Nayib Bukele de El Salvador.

Panamá mejora y alienta un mejor clima democrático

Panamá si bien tiene 46% de apoyo a la democracia, este porcentaje ha aumentado 11 puntos porcentuales desde 2020 (35%).

A la vez, allí también disminuye 6 puntos porcentuales en la indiferencia al tipo de régimen llegando a 33% en 2023 (39% en 2020) y la preferencia al autoritarismo disminuye un punto porcentual llegando al 13% en 2023.

Laurentino Cortizo, presidente de Panamá (2019-2024).

Panamá es el único país de la región que según el informe, no presenta una recesión democrática como sus vecinos.

Si bien tiene menos de la mitad de su población que apoya la democracia, Panamá no está en recesión como los otros países, evoluciona en un sentido positivo con pequeños pasos hacia una cultura de democracia.

El Salvador ya no es una democracia

El caso del presidente Nayib Bukele en El Salvador tiene una categoría propia. El mandatario fue elegido en primera vuelta con el 53.1% de los votos, lo que evitaba la segunda vuelta.

Bukele estableció una política de seguridad rígida, que detiene a miembros de las maras y del narcotráfico masivamente disminuyendo la tasa de homicidios y violencia en el país.

Nayib Bukele, presidente de El Salvador (2019-2024).

Es aplaudido por moros y cristianos por el efecto en la sociedad salvadoreña, que lleva décadas sufriendo el azote de la delincuencia organizada.

Sin embargo, tempranamente también se conocen las condiciones de los detenidos que se califican como infrahumanas, violentando todos sus derechos humanos, tanto por el proceso como por las condiciones de detención.

No obstante, Bukele termina siendo el presidente mejor evaluado de todos los tiempos desde el inicio de la transición en América Latina, con el 90% que le han otorgado diversas encuestas.

“Es el peligro de que los pueblos no sepan claramente dónde está el límite entre la democracia y la no democracia”, alerta el informe.

El Salvador tiene 46% de apoyo a la democracia en 2023, no habiendo diferencia con el año 2020, pero aumenta de 24% a 26% los ciudadanos indiferentes a un tipo de régimen, y casi no hay diferencia en la preferencia por el autoritarismo que varía de 14% a 15% en el mismo período.

En otras palabras, El Salvador tiene una democracia débil, con menos del 50% de su población que apoya a la democracia y con un contingente no menor de cerca de un tercio de indiferentes.

Contradictoriamente, El Salvador tiene a la vez un 80% que dice que “la democracia es el mejor sistema de gobierno” y la mayor tasa de satisfacción con la democracia que alcanza al 64% de los ciudadanos.

En otras palabras, la satisfacción salvadoreña con la democracia es superior a su apoyo.

“El efecto Bukele en El Salvador no está haciendo más fuerte la democracia sino más bien hace más poderoso al presidente que se lleva los aplausos de la democracia con el mejor desempeño en la región”, indica el informe.

Los resultados a la debilidad de la democracia en El Salvador ya son verificables: el personalismo de Bukele en su mejor acto, lo lleva a postularse el 2024 por encima de la regla constitucional y basado en las altas tasas de apoyo popular.

“La democracia está en alto peligro en El Salvador no solo por la re-postulación sino porque el personalismo no constituye institucionalización de la democracia, sino por el contrario, es el caudillo que se lleva todo el poder para sí y corre el riesgo de transformarse en una electo-autocracia/ dictadura/ régimen autoritario/ populismo autoritario”, advierte el informe del Latinobarómetro 2023.

A juicio de este informe, Bukele ya es un jefe de gobierno que ha roto la integridad de la democracia. Lo que ha hecho no se condice con los derechos humanos ni con su propia Constitución.

Nicaragua: lo peor de Centroamérica

En esta edición, el informe latinoamericano no incluyó a Nicaragua en sus mediciones por la falta de seguridad para los investigadores en el terreno, por la persecución y amenazas del régimen a todo individuo que haga preguntas y por la falta de información oficial creíble.

En el último informe de 2020, Nicaragua aparecía en el sótano de los 18 países analizados, con todos los indicadores de democracia en saldos negativos.

Daniel Ortega y Rosario Murillo, dictadores de Nicaragua.

 

El país ilustra la peor de las situaciones de democracias: América Latina esperó a que fuera evidente para todo el mundo occidental que Nicaragua dejó de ser una democracia, para declararla como tal.

“Todavía hay quienes defienden a Ortega (más que a Nicaragua) por la nostalgia de la revolución sandinista, tal como ocurre con Cuba, donde también algunos defienden la nostalgia de Fidel Castro y su revolución”, reza el documento.

El informe ubica a Daniel Ortega entre los peores dictadores de la región en tiempos contemporáneos, junto a los dictadores Alberto Fujimori (Perú), Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela) que se quedaron con todo el poder.

La Cuba de Fidel Castro había salido ya hace décadas de estas evaluaciones por su antiguo sistema antidemocrático, el más longevo de la región.

El primer mandato de Daniel Ortega, entre 1985-1990, fue normal. En 2007 fue legítimamente electo de nuevo, con un bajo porcentaje de aceptación y tras unas negociaciones políticas con el expresidente acusado de corrupción, Arnoldo Alemán, que le permitieron acceder al poder con menos del 35 por ciento de los votos.

Luego los sucesivos mandatos han sido ilegítimos. Ortega ha tenido 3 períodos de 5 años con elecciones no democráticas: 2011-2016, 2017-2021 y 2022- 2026.

Su administración se ha caracterizado por la corrupción, la represión sistemática, la violencia política y el aplastamiento de los derechos civiles, humanos y democráticos, la alineación con regímenes brutales y la implementación de una tiranía familiar sostenida por las armas.

¿Por qué anda tan mal la democracia?

Los motivos que explican la recesión democrática de la región expresada en el bajo apoyo que tiene la democracia, el aumento de la indiferencia al tipo de régimen y preferencia por el autoritarismo se pueden expresar en principalmente 3 dimensiones:

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