Millares de capitalinos despidieron este jueves 10 de agosto a la venerada imagen de Santo Domingo de Guzmán, en un ambiente tranquilo y con amplia cobertura policial, luego un inusual permiso del régimen sandinista a la Iglesia Católica, institución a la cual le ha prohibido sus actividades públicas.
Como es tradición desde 1885, una multitud de católicos salió en procesión alrededor de la imagen, que fue trasladada desde el antiguo centro de Managua a donde vino el 1 de agosto, hasta su morada, ubicada en la comunidad Las Sierritas, en las afueras de la ciudad, a donde regresa cada 10 de agosto.
La multitud acompañó a la imagen en su recorrido de 10 kilómetros, mientras bailaba al son de bandas filarmónicas, parlantes y gritos en honor al santo, a quien popularmente llaman “Minguito”.
Contrario a otros años, la gran fiesta nicaragüense se desarrolló en un ambiente moderado, colorido, pero sin los excesos acostumbrados como producto de la muchedumbre y alcohol.
De hecho, en un contexto de represión contra la Iglesia Católica y sus miembros, la celebración fue una especie de “milagro” en el convulso sistema político del país centroamericano.
“Minguito” rodeado de policías sandinistas
La festividad concluyó como inició: bajo estricto control policial y con un permiso especial al margen del apoyo total del clero, gremio al que el régimen sandinista le declaró la guerra política desde 2018.
La fiesta católica, quizá la más masiva del país, se realiza del 1 al 10 de agosto en Managua, en un recorrido entre dos templos católicos: uno en Las Sierritas de Managua y otro en el antiguo centro de la capital derruida en 1972 por el terremoto.
Todos los años millares de capitalinos y turistas asisten a las fiestas en honor a Santo Domingo de Guzmán, bajo la administración de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y con la coordinación de las autoridades municipales.
Esta vez, sin embargo, la dictadura que encabeza Daniel Ortega y Rosario Murillo, enemigos declarados y confesos de la fe católica, tomó las riendas de los permisos y medió con un sacerdote afín a su régimen las festividades religiosas.
El párroco de la iglesia de Santo Domingo en Las Sierritas de Managua, Boanerges Carballo, anunció por medio de un video que la tradicional procesión de Santo Domingo de Guzmán “será posible gracias a la capacidad de conversar”.
Dictadura manda a empleados públicos a procesión
Fue toda una excepción en el contexto de prohibición de las actividades de la Iglesia Católica en los templos, impuesta desde la Semana Santa por orden de la dictadura de Ortega.
El régimen dio la orden a sus fanáticos y a los trabajadores públicos asistir masivamente a las fiestas y todo el aparato mediático de la dictadura se volcó en la cobertura de la festividad.
La imagen viajó rodeada por un círculo de policías de las tropas especiales y cientos de agentes de inteligencia de civil infiltrados en la procesión.
En el contexto de brutal represión y ataques de la dictadura de Ortega a la Iglesia Católica de Nicaragua, había expectativas sobre la realización de esta actividad religiosa, debido a que en otros municipios del país se han prohibido las procesiones tradicionales y solo se están celebrando dentro de las iglesias.
Policías, agentes de inteligencia y fanáticos vigilan, asedian y cercan toda actividad religiosa, filman a los sacerdotes y feligreses y captura y apresa a quienes se atrevan a desafiar las prohibiciones.
Derroche de cultura y tradición
Producto de ello hay 7 sacerdotes presos, incluyendo al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, condenado a 26 años de cárcel; además el periodista Víctor Ticay fue encarcelado y condenado a ocho años de cárcel por haber transmitido una procesión católica en Semana Santa.
La procesión se celebró con sus características culturales: el grupo de “cargadores” de la imagen, los “diablitos”, que son hombres con el cuerpo pintado con aceite negro y una lanza; los “inditos”, que se pintan de rojo, con cuernos y lanza; las “vacas culonas”, quienes visten atuendos bovinos; o mujeres de huipil, traje típico nicaragüense.
La imagen de Santo Domingo de Guzmán, de unos 18 centímetros de alto, sobresalía entre la multitud en un pedestal cargado por decenas de hombres y adornado con flores multicolores.
A su alrededor, los petardos y la música de filarmónica no dejó de animar el ambiente, mientras que los fieles bailaban o rezaban a su alrededor, en pago por los milagros recibidos.
Con la partida de la imagen de Santo Domingo de Guzmán de Managua, concluyeron 10 días de fiestas populares en la capital nicaragüense.
Las fiestas, capaces de atraer a cientos de miles de personas, son tan grandes, que a menudo se cree que Santo Domingo de Guzmán es el patrono de Managua, título que en realidad le pertenece a Santiago Apóstol.
Pero pocos nicaragüenses reparan en eso. En Managua, Santo Domingo de Guzmán es el venerado por excelencia, y sus fiestas, por bulliciosas que sean, siguen siendo las más grandes de Nicaragua.
Con información de Efe y Voces Unidas.