Obispo nicaragüense exiliado pide no olvidar a monseñor Álvarez

Monseñor Rolando Álvarez, preso político de la dictadura Ortega-Murillo, es la persona con más opiniones favorables en Nicaragua.

El exiliado obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, pidió no olvidar al encarcelado monseñor Rolando Álvarez, una de las víctimas de la dictadura nicaragüense de Daniel Ortega.

Desde la parroquia de Santa Agatha, en Miami, Florida, el religioso dijo que recuerda con mucho cariño a Álvarez, condenado a 26 años de cárcel por el régimen.

“Les ruego que no olvidemos a este obispo encarcelado. Es un hombre justo, un pastor inocente, con el que se han ensañado porque no han soportado su palabra. Es una de las injusticias más grandes que se ha cometido no solo en Nicaragua, sino en Centroamérica y el continente: un obispo preso, un sucesor de los apóstoles. No olvidemos a monseñor Rolando Álvarez, oremos por él y exijamos su libertad”, dijo en su homilía.

Aseguró que está injustamente encarcelado por la “dictadura sandinista de Nicaragua”. 

En el día de San José, pidió a la feligresía unirse en oración “para que el Señor le de salud y fortaleza a Rolando, le de mucha esperanza y muy pronto pueda estar en medio de su pueblo”, agregó.

“Son ciegos los que se creen poderosos porque violentan los derechos y las libertades de las personas”, reflexionó.

El obispo Rolando Álvarez (izq.), encarcelado por la dictadura de Ortega, junto al obispo Báez.

Monseñor Báez está en el exilio desde 2019 y fue despojado de su nacionalidad por la dictadura.

“El que calla la verdad por miedo a las represalias e hipoteca su conciencia y su voz para no sufrir las consecuencias”, sostuvo.

Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, mantienen una campaña de ataques permanentes en la que han encarcelado y condenado a sacerdotes, cerrado universidades administradas por la Iglesia Católica y hasta cerrado ONG ligadas a órdenes religiosas. La dictadura también ha suspendido relaciones con el Vaticano, tras duras críticas del papa a Ortega.

El 9 de marzo, monseñor Álvarez se negó a ser expatriado junto a 222 presos políticos a quienes tras liberarlo, Ortega y Murillo les retiraron su nacionalidad. Un día después, fue sentenciado a 26 años de cárcel en un turbio juicio y por delitos que la mayoría de la oposición considera inventados.

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