Los obispos de República Dominicana condenaron la persecución que vive la Iglesia Católica nicaragüense por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y se solidarizaron con monseñor Rolando Álvarez, el prisionero político más emblemático del régimen.
Los religiosos manifestaron su preocupación y su rechazo ante las acciones injustas e ilegales que el sandinismo ha institucionalizado en Nicaragua.
Expresaron su dolor por la condena de 26 años de cárcel impuesta al obispo Álvarez, por presuntamente cometer los delitos de complot contra la patria.
“Nos duele la condena injusta a monseñor Rolando José Álvarez Lago, a los sacerdotes, agentes de pastoral y laicos prisioneros, la situación de las diócesis de Matagalpa y de León privadas improcedentemente de sus pastores”, afirmó en un documento la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED).
Los prelados dominicanos se encuentran indignados ante los hechos que han cometido en contra de la Iglesia, que ha terminado con amenazas, encarcelamientos, exilio forzado, expulsiones de congregaciones religiosas, así como la confiscación de las universidades católicas.
También manifestaron su rechazo y preocupación por la persecución de las comunidades eclesiásticas y grupos sociales, así como “la pretensión de silenciar el liderazgo eclesial y nacional por parte del régimen de Daniel Ortega”.
“En un momento de nuestra historia nos tocó pasar por hechos similares al final de una férrea dictadura”, destacó el documento que hace remembranzas a la dictadura dominicana de Rafael Trujillo Molina que se estableció de 1930 a 1961.
El comunicado es dirigido “a nuestros queridos hermanos obispos de la Iglesia Católica en Nicaragua y a todo el pueblo, como lo hicimos en la carta enviada a la Conferencia Episcopal de Nicaragua en agosto de 2022, nuestra cercanía espiritual, solidaridad en el sufrimiento y la promesa de nuestras plegarias al Dios de la vida, al Príncipe de la Paz y al Señor de los Señores”.
Se solidarizaron con el pueblo nicaragüense “para que les regale la perseverancia, la libertad, la serenidad, y la confianza en Aquel que nos asegura su victoria a pesar de las dificultades”. “Les encomendamos, de manera especial, a nuestra madre María, la Purísima, que tanto aman los nicaragüenses”.