La persecución religiosa en Nicaragua alcanzó uno de sus niveles de brutalidad más extremos en lo que va de 2023: la policía al servicio del régimen encarceló a 8 sacerdotes, uno fue desterrado al impedírsele regresar al país y otro se exilió por amenazas de cárcel.
Todo ello ocurrió el fin de semana entre viernes 13 y domingo 15 de octubre, según reportes de la prensa local y confirmaciones de fuentes eclesiales.
Primero se supo que 7 sacerdotes que estaban recluidos en régimen de casa por cárcel en el Seminario Nacional Nuestra Señora de Fátima en Managua, fueron sacados por la fuerza y conducidos esposados en patrullas al centro de torturas conocido como El Nuevo Chipote.
Otro sacerdote que estaba detenido en la estación policial de Plaza El Sol, bajo un proceso de investigación después de haber sido secuestrado en su parroquia rural, también fue trasladado a la cárcel. Todo ello ocurrió el domingo.
Los sacerdotes habían sido denunciados por espías de la dictadura que vigilan las parroquias y escuchan las homilías para luego informar a la policía si algún sacerdote eleva una oración o reza por la libertad del obispo Rolando Álvarez, condenado a 26 años de cárcel por su posición crítica a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo
En total, son 13 los sacerdotes detenidos en Nicaragua, incluyendo el obispo Rolando Álvarez.
Ese mismo fin de semana, el sábado, se reportó la desaparición del padre Jessfyr Picado Fuentes, párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, en la comunidad La Pita, municipio de El Cuá, de la Diócesis de Jinotega.
Posteriormente se confirmó que el religioso escapó de ser secuestrado por un dispositivo de la policía del régimen que le daba persecución.
13 sacerdotes son presos politicos en Nicaragua, presos por su fe y su servicio ¡Libertad ya! #SOSNicaraguaIglesiaPerseguida pic.twitter.com/EvZFwJUpzQ
— AUN (@AUNNicaragua) October 15, 2023
Si bien su ubicación es actualmente desconocida, fuentes del clero han confirmado extraoficialmente es que el padre se exilió por “puntos ciegos” al amparo de la madrugada, tras ser alertado por simpatizantes del régimen inconformes con la persecución religiosa.
“El régimen ya había dispuesto silenciarlo, primero mediante amenazas y asedio, pero al no lograr callar su voz, dieron la orden de atraparlo”, dijo un colaborador de la parroquia.
El sacerdote se suma a una extensa lista de más de 150 religiosos deportados, desterrados o exiliados de Nicaragua desde el repunte de la represión sandinista contra la Iglesia católica en 2022.
A la vez se conoció este fin de semana que la dictadura sandinista desterró de hecho al cura párroco William García, a quien le impidieron el retorno a Nicaragua tras un viaje de turismo a Estados Unidos.
El sacerdote había prestado servicios en varias parroquias de la Diócesis de Matagalpa y la de Jinotega, al norte de Nicaragua.
Hace tres semanas viajó a Estados Unidos en misión personal, pero al gestionar su vuelo de retorno al país, la aerolínea le informó que no podía entrar a Nicaragua por “impedimento de viaje”, confirmó una fuente religiosa al medio Panorama Católico.
La figura de “impedimento de viaje” que la dictadura aplica a los adversarios que salen del país, es una forma de destierro solapada, ya que mandan a los viajeros a “realizar gestiones administrativas” a las oficinas centrales del Ministerio de Gobernación en Managua o a realizar “autorización en línea”, pero no existe tal protocolo para los nicaragüenses.
El destierro del padre García se suma a tres sacerdotes de esa Diócesis que han sido obligados al exilio tras el secuestro policial contra otro sacerdote, quien guarda prisión en las cárceles de Managua.