Presidente de Chile: Ortega-Murillo consolidan una dictadura en Nicaragua

El mandatario Gabriel Boric dijo que Daniel Ortega y Rosario Murillo traicionan los ideales del sandinismo y asegura que se aferran al poder de manera ilegal.

El presidente chileno, Gabriel Boric, calificó al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo como una dictadura consolidada que traiciona los ideales del sandinismo, destacando que actúa “más como Somoza que como otra cosa”.

Las declaraciones fueron publicadas en su cuenta oficial de X, donde también instó a no olvidar la tragedia que vive Nicaragua.

“El régimen de Ortega y Murillo se consolida ‘legalmente’ como una dictadura, silenciando, expatriando y reprimiendo cualquier oposición”, afirmó Boric, adjuntando un editorial del diario español El País sobre Nicaragua.

Las palabras del mandatario chileno refuerzan su postura crítica hacia el régimen nicaragüense, a quien ya había señalado como dictador en septiembre, luego de que Ortega atacara públicamente a los Carabineros de Chile.

Un régimen marcado por la represión

El régimen Ortega-Murillo, que cumplirá 18 años en el poder en enero, ha intensificado su deriva autoritaria desde las protestas sociales de 2018, que dejaron más de 300 muertos, miles de heridos y decenas de miles de exiliados, según organizaciones internacionales de derechos humanos.

La represión sistemática ha incluido encarcelamiento y destierro de opositores, clausura de medios de comunicación independientes y persecución contra la Iglesia católica, una de las pocas instituciones que se mantiene crítica al régimen.

El editorial de El País, al que Boric hizo referencia, destaca que Nicaragua se ha convertido en un sistema de partido único donde cualquier disidencia es reprimida “dentro y fuera del país”.

La publicación también critica la estrategia del régimen de liberar a presos políticos de forma limitada como un mecanismo para aliviar la presión internacional.

La lista de las víctimas perseguidas por Ortega y Murillo es enorme porque el régimen no acepta el más mínimo resquicio de disidencia. Entre ellas figuran los comandantes y militantes sandinistas que rechazan la traición a los ideales de la revolución, dirigentes opositores, religiosos y prelados de la Iglesia católica, periodistas y, más en general, cualquier demócrata.

La comunidad internacional ante Ortega

El endurecimiento del régimen ha generado una creciente condena internacional, pero Ortega ha rechazado cualquier intento de mediación, calificándolo como injerencia extranjera.

Países como Chile, Colombia y Estados Unidos han denunciado el carácter dictatorial del gobierno nicaragüense, mientras la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea han impuesto sanciones contra funcionarios cercanos a la pareja presidencial.

Boric, uno de los líderes de izquierda más vocales en la región, instó a recordar la tragedia de Nicaragua como una advertencia sobre el debilitamiento de la democracia en América Latina. “No olvidemos a Nicaragua y su tragedia”, subrayó el mandatario chileno, quien ha sido un defensor del respeto a los derechos humanos en la región.

Futuro incierto

El régimen Ortega-Murillo enfrenta una creciente presión para abrir un camino hacia la transición democrática.

Sin embargo, como advierte El País, la pareja presidencial parece más interesada en consolidar su poder que en buscar soluciones políticas.

Mientras tanto, los nicaragüenses enfrentan un panorama desolador, con restricciones absolutas a las libertades civiles y políticas.

La represión ha llegado incluso a prohibir las manifestaciones religiosas, dejando al país sumido en un aislamiento interno y externo sin precedentes en su historia reciente.

De no cambiar el rumbo, los Ortega-Murillo corren el riesgo de pasar a la historia como los “dignos sucesores de Anastasio Somoza”, concluye el editorial que inspiró las declaraciones de Boric.

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