En un inusual golpe contra el tráfico de drogas internacional, las autoridades rusas interceptaron más de una tonelada de cocaína proveniente de Nicaragua en el Puerto de San Petersburgo.
El Servicio Federal de Aduanas informó, en su canal de Telegram, que la droga, camuflada en un contenedor, tenía un valor en el mercado negro europeo que superaba los 122 millones de dólares.
El cargamento estaba hábilmente oculto en la parte superior de un módulo de carga, utilizando paquetes identificados con las letras “BBB” y “DIOR”. Las imágenes compartidas revelan la magnitud del decomiso.
Este incidente ha llevado a las autoridades rusas a iniciar un caso penal por contrabando de drogas en grandes cantidades, según el artículo 229 del código penal ruso.
Los contrabandistas podrían enfrentar hasta 20 años de prisión si son condenados por tráfico de drogas a gran escala.
Lo inusual del quiebre de drogas es que Rusia, un aliado político e ideológico de la dictadura de Nicaragua, tiene una oficina de control de drogas y capacitación en lucha contra las drogas y el crimen organizado a las fuerzas de seguridad del régimen sandinista.
Este acontecimiento resalta la inoperancia de la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico y sus ramificaciones, poniendo en dudas la efectividad de la conexión entre Rusia y Nicaragua en esta problemática.