El ruido de una motocicleta que frena en seco, rechinando llantas, antecede al sonido seco y agudo de los disparos en ráfagas: un sicario salta de la silla trasera de la moto y sigue disparando contra un prójimo que caminaba a la orilla de un campo de fútbol donde se disputaba un juego amistoso.
El hombre trata de escapar saltando a la gradería más baja, pero el sicario lo sigue y remata: 4, 5, 6 disparos. La gente en las cancha, familiares de los jugadores, grita, huyen, corren a proteger a los niños.
El pistolero sube rápido a la moto, dispara una vez más y huye. La acción ocurrió este domingo en San Miguel de Santo Domingo, en Heredia, al mediodía. Casi frente a la estación de policía.
El hombre fue trasladado gravemente herido junto a una niña de 12 años a quien una bala la alcanzó en un glúteo.
EN VIDEO | Ataque a plena luz del día en plaza llena de niños en Santo Domingo de Heredia. – SomosACRnet https://t.co/meXCDRAqbi
— ACCIDENTES DE COSTA RICA.net (@ACCIDENTESDECR) October 23, 2023
El objetivo de los sicarios se cumplió hoy: el atacado murió por los balazos. La niña, víctima inocente de los sicarios, agravó su estado.
La prensa local se trasladó al lugar y los canales de televisión, radios y redes sociales se inundaron con la escena que grabó una cámara de un local comercial.
Los comentarios, nuevamente, dan cuenta del horror cotidiano que sufre la sociedad costarricense con la audacia y desprecio de los sicarios por la vida: cada día, un nuevo video o una nueva noticia de ejecuciones a plena luz del día, aterroriza más a Costa Rica.
La semana pasada fue la noticia de 3 hombres ejecutados y lanzados a un río; la anterior fue el video de dos sicarios ejecutando a 2 agentes de Interpol y OIJ, antes, un video de 3 criminales destrozando con Ak-47 la cabeza de un hombre frente a una escuela.
Las escenas dan cuenta de una cruda realidad que azota el otrora paraíso de paz costarricense: escuelas de sicarios se han asentado en el país.
El presidente Rodrigo Chaves, inoperante en tomar decisiones de medidas públicas drásticas frente al fenómeno, llama a reuniones a las otras autoridades, discuten, plantean posibles soluciones, y luego aparecen criticándose entre sí: Chaves culpando al Congreso y al Poder Judicial por que no le aprueban leyes y los otros poderes cuestionando al presidente por la falta de coraje para decretar medidas de seguridad severa.

En redes las alusiones a Nayib Bukele, presidente de El Salvador, se hacen inevitables: “Yo no soy Bukele ni quiero serlo”, responde Chaves, quien finalmente toma una decisión: condicionar a una visa la entrada de los hondureños a Costa Rica.
Su razón: la OIJ descubrió a un exmilitar hondureño en funciones de sicario y descubren que ha creado escuelas de sicariato en Limón, provincia costera costarricense.
La decisión no ha frenado la ola de homicidios, ni el envio de toneladas de drogas a Europa, pero ha empeorado las relaciones comerciales y diplomáticas con Honduras y Centroamérica.
El ministro de Seguridad, Mario Zamora, dijo en junio pasado que se estimaba que más en más de 1,000 la cantidad de sicarios operando para tres carteles en Costa Rica: Jalisco Nueva Generación, Sinaloa y el Clan del Golfo.
Los medios y analistas discrepan: el subregistro de homicidios, que este año se proyecta a llegar a 900 o alcanzar los 1,000 a final de año, indican que la actividad del sicariato podría ser mucho mayor que el millar que estima el gobierno.