Aunque Centroamérica tiene cinco obispos que forman parte del Colegio Cardenalicio, el máximo órgano de la alta jerarquía de la Iglesia Católica que se encarga de elegir al papa, solo dos de ellos tienen facultades para ser electores del próximo pontífice. En caso que el papa Francisco falleciera, los cardenales deben reunirse y elegir a su sucesor.
Actualmente el Colegio cardenalicio está compuesto por 252 cardenales, de los cuales 138 son electores (tienen derecho a voto en el cónclave porque tienen menos de 80 años) y 114 son no electores (tienen 80 o más años).
De manera que solo el obispo de Huehuetenango, Guatemala, Cardenal Álvaro Leonel Ramazzini Imeri, de 77 años y el arzobispo de Managua, Nicaragua, Leopoldo José Brenes Solórzano, de 75 años, son los únicos prelados centroamericanos con ese derecho.
Centroamérica tiene otros tres cardenales pero ya tienen 80 años o más. El arzobispo emérito de Tegucigalpa, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, tiene 82 años. José Luis Lacunza Maestrojuán, obispo emérito de David, Panamá, tiene 80 años y el obispo auxiliar de San Salvador, El Salvador, Gregorio Rosa Chávez, tiene 82 años.
Todos salvo el Cardenal Rodríguez Maradiaga, fueron nombrados por el papa Francisco. El hondureño fue nombrado por el fallecido papa Juan Pablo II.
El Colegio cardenalicio es un órgano de la alta jerarquía de la Iglesia católica que reúne a todos los cardenales creados por el papa. Su función principal es elegir al pontífice y asistirle tanto de manera colegial como individual, siempre que son convocados, en el gobierno cotidiano de la Iglesia universal.