En el video de la cadena de noticias CNN, la maestra indica a los niños y niñas cómo permanecer acostados, las manos protegiendo la cabeza y “congelados” ante un imaginario tiroteo afuera de una escuela en Cartago, Costa Rica.
La escena tiene un motivo: 2 meses atrás un hombre fue acribillado a balazos por sicarios frente al colegio y otros 2 más fueron asesinados afuera del colegio en meses anteriores.
Sin embargo, el ejercicio escolar no es nuevo. Desde 2017, cuando las autoridades del Ministerio de Educación Pública se percataron del aumento de la violencia homicida en las ciudades de Costa Rica, se elaboró una guía de capacitación en materia de seguridad para los escolares.
Ahora, los ejercicios son de obligatorio rigor escolar.
La razón es simple: el aumento alarmante de la violencia en Costa Rica ha llevado a las autoridades a tomar medidas drásticas para proteger a la población escolar.
En un intento por abordar la preocupante situación de seguridad, el gobierno ha implementado programas en las escuelas para enseñar a los estudiantes cómo protegerse en caso de tiroteos y situaciones de peligro.
Desde 2015, este país centroamericano ha experimentado un aumento anual del 60 % en los homicidios, un fenómeno que ha sido atribuido en gran medida a su participación de carteles de la droga en la ruta del narcotráfico.
Costa Rica, que alguna vez fue considerada una nación pacífica y segura en la región, ha caído víctima de la violencia asociada con los enfrentamientos entre las mafias locales que buscan controlar el territorio y las rutas de tráfico de drogas entre el sur productor y el norte consumidor.
La escalada de la violencia ha llevado a las autoridades a replantearse cómo proteger a sus ciudadanos más jóvenes en un entorno cada vez más peligroso.
Como respuesta a esta situación, se han implementado programas de seguridad en las escuelas con el objetivo de proporcionar a los estudiantes herramientas que les permitan actuar con cautela y rapidez ante amenazas inminentes.
Las lecciones abarcan una variedad de temas, desde la identificación de situaciones de riesgo hasta las medidas de autoprotección que pueden tomar en caso de emergencia.
Los estudiantes participan en simulacros de tiroteos y se les enseña cómo reaccionar de manera efectiva mientras se resguardan en un lugar seguro.
Además, los maestros y el personal escolar reciben formación especializada para liderar estos simulacros y brindar apoyo emocional a los estudiantes durante y después de tales ejercicios.