Desde botellas de plástico hasta sofás, pasando por restos animales y hasta humanos, han formado una especie de isla de porquerías en el lago de Amatitlán, en Guatemala.
La excesiva contaminación por desechos sólidos y de otro tipo está poniendo en riesgo el ecosistema de esta laguna de orígen volcánico situada a sólo 26 kilómetros de la capital.
La pesca es el sustento para centenares de familias en los alrededores del lago, pero las costumbres contaminantes de millares de ciudadanos atentan contra el hábitat.
En el lago de Amatitlán, #Guatemala, una isla de basura refleja una emergencia ambiental creciente. ¿Podrá la comunidad revertir esta situación crítica?
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En un esfuerzo por retirar los desperdicios, al menos 334 camiones han sido llenados de desechos retirados de las aguas del Amatitlán, que mide 12 kilómetros por 3.
El agua ha tomado desde hace algún tiempo un tono verdoso, muestra de la alta contaminación.
La Agencia para el Manejo Sustentable del Lago de Amatitlán (AMSA) anunció que ha redoblado esfuerzos para retirar toneladas de desechos para disponer adecuadamente de ella.
Para esto ha colocado una barrera de retención de 2,000 metros de largo sobre la superficie del lago.
Según la AMSA, este año han retirado 5,420 metros cúbicos de residuos.
Al lago van a parar las aguas contaminadas de varios ríos. Estos caudales arrastran basura que los ciudadanos lanzan a las calles o en los afluentes.
Además de la basura flotante, al fondo del Amatitlán están grandes cantidades de basura cuya extracción se vuelve complicada.
Desde 2006 se aprobaron leyes que buscan controlar los altos niveles de nitrógeno presentes en el lago y los municipios aledaños recibieron fondos para la construcción de plantas potabilizadoras, aunque los fondos fueron utilizados para otros proyectos.