Los salvadoreños amanecieron este martes, como dicen ellos para referirse a situaciones de reacciones extremas, “poniendo el grito en el cielo” ante el nuevo aumento de los precios de combustibles que ya rozan los $5 por galón.
Aplaudiendo los avances en seguridad pública, pero resintiendo la cada vez más precaria situación económica familiar, los ciudadanos del pequeño país centroamericano piden un respiro en la escalada de precios.
En 15 días, los precios por galón subieron 40 centavos y con ello, la cadena de costos finales al consumidor se ven siempre impactados.
Como es costumbre, en la víspera de entrada en vigencia de las alzas, se formaron largas filas de conductores esperando turnos en las gasolineras para ahorrarse unos centavos al cargar gasolina súper, regular o diésel, las tres que se venden en El Salvador.
“Todo sube, siempre ha sido así. Sube la gasolina, sube todo, en el súper (supermercado), en el mercado, en las tiendas. Y aunque baje la gasolina, los otros precios ya no bajan”, se quejó Alexander Hernández, un pequeño comerciante de un viejo barrio del sur de San Salvador.
A pesar de las alzas, el gobierno se limita a publicar los nuevos precios de referencia (cada estación es libre de poner sus precios, bajo la premisa que los más bajos atraen más clientes), y salvo ocasiones aclara que las variaciones dependen del mercado internacional y no de una política de Estado.