El gobierno hondureño oficializó este sábado la ruptura de las relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán), lo que también fue confirmado por el Ministerio de Relaciones Exteriores taiwanés.
Honduras le da así la espalda a uno de sus cooperantes más activos de las últimas décadas y rompe los lazos que mantuvieron por más de 80 años.
El gobierno de Honduras emitió un comunicado de tres párrafos, fechado 25 de marzo de 2023 en el que anuncia que “con instrucciones de la presidenta de la república, ha comunicado a Taiwán la decisión de la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos”.
La cancillería taiwanesa confirmó la ruptura. La embajadora de ese país en Honduras, Vivia Chang, arribó hoy a Taipei.
“Con profundo pesar anunciamos la terminación de las relaciones diplomáticas con Honduras. 82 años de amistad y cooperación en beneficio real de los pueblos fueron desestimados por el gobierno de (Xiomara) Castro. Taiwán se mantiene firme y continúa trabajando como una fuerza para el bien en el mundo”, publicó en Twitter el Ministerio de Relaciones Exteriores taiwanés.
Además, Honduras cedió a la “petición” de la República Popular China y se comprometió a no tener más contactos oficiales con Taiwán, el país que por años les ayudó y al que le pidió $2,000 millones a cambio de mantener las relaciones diplomáticas es un territorio de China y no un estado soberano, como lo consideró y defendió el país centroamericano.
Embajadora vuelve a Taipei
La embajadora de Taiwán en Honduras, Vivia Chang, quien fue retirada del país centroamericano en protesta ante el viaje del canciller hondureño a China, volvió el sábado a Taipei y dijo a periodistas que había mostrado su máxima buena voluntad en el país que ahora les da la espalda.
Taiwán fue en los últimos 18 años el país que más aportó a los proyectos educativos en Honduras. Además, financió programas de salud, desarrollo social, agrícolas y fomentó el comercio bilateral.
Sin embargo, como han dicho analistas hondureños y extranjeros, la izquierdista Xiomara Castro prefirió la diplomacia del dólar que fomenta la República Popular China, gobernada por el Partido Comunista.