Gobiernos de izquierda de América Latina han condenado las represiones que la dictadura nicaragüense Ortega-Murillo ha llevado a cabo en contra de los ciudadanos, principalmente el destierro de 222 excarcelados y el retiro de la nacionalidad a 94 opositores más.
Estos ciudadanos han tenido el ofrecimiento de distintas nacionalidades. España fue el primero en ofrecerles la ciudadanía, lo que fue replicado por países latinoamericanos también gobernados por la izquierda como Chile, Argentina, México y Colombia.
Esto pone en evidencia el descontento de sus gobiernos contra las medidas que la dictadura de Ortega mantiene en Nicaragua y ante lo cual han emitido pronunciamientos críticos contra el actuar
del régimen.
Un analista político y exdiplomático nicaragüense, quien pidió el anonimato, compartió a Centroamérica 360 que esos países y mandatarios no pueden considerarse aliados ideológicos de Ortega porque han establecido con claridad su determinación respecto a los
abusos y violaciones constantes de derechos humanos que el régimen ha cometido y han aumentado en los últimos meses.
El analista sugirió que “Ortega no tiene una ideología, su único objetivo es el poder y mantenerlo bajo cualquier costo”.
La solidaridad de las izquierdas democráticas latinoamericanas con los nicaragüenses refleja que estas naciones ya no se establecen ideológicamente bajo la idea del socialismo
del siglo XXI que posicionó el fallecido Hugo Chávez desde Venezuela hacia Nicaragua, Bolivia, los exgobiernos de Ecuador y Brasil, comparten varios líderes y analistas políticos.
Ortega cada vez más se queda solo
Bajo este panorama, las secuelas y las acciones implementadas por Ortega en su intento de apagar las voces críticas solo lo ha llevado a aislarse en la región.
Al respecto, José Dávila Membreño, analista político y exdirector ejecutivo de la Alianza Cívica -movimiento social que nació durante la crisis sociopolítica de abril del 2018- compartió que, la acción solidaria de dichos países solo confirma la orfandad del régimen Ortega-Murillo, que ha llevado al límite producto de su paranoia y de su control total de las instituciones del Estado, debido a su “tozudez a dialogar
honestamente para buscar una solución pacífica a la grave crisis de Nicaragua”, apuntó el político.
Los países han condenado categóricamente la represión estatal y además de acoger a las víctimas, han coincidido en que Ortega debe de iniciar un diálogo social y político creíble.
En este sentido, Tiziano Breda, investigador del Instituto de Asuntos Internacionales (AII), ha seguido de manera constante la crisis nicaragüense y coincide que las medidas tomadas por los países mencionados son una “expresión de inconformidad con lo que ocurre en
Nicaragua”.
“En alguno de ellos no es novedoso, Colombia había denunciado, Chile ha sido el más vocal en ese sentido; Argentina en algún momento también ha criticado. Tal vez el más sorpresivo es México que había optado por una no intervención en asuntos internos, pero al
abrir las puertas a esos ciudadanos expatriados, a quienes se les han quitado su ciudadanía, es una expresión de inconformidad y novedosa con el gobierno de Ortega”, compartió Breda a Centroamérica 360.
Pero Brasil calla
Por otro lado, a pesar que Brasil es uno de los países de izquierda que ha llegado con un planteamiento de cambios estructurales de la mano de Lula, ha callado sobre el destierro de los nicaragüenses exreos políticos y de los abusos de la dictadura de Ortega-Murillo.
Sin embargo, el mandatario brasileño antes de retornar a la
presidencia del país sudamericano, reconoció en el año 2021 que las cosas no marchaban bien con Nicaragua.
A pesar de ello, los analistas y políticos consultados por Centroamérica 360 consideran que pasará lo mismo que ocurrió con México, que tardó en tomar una postura ante los acontecimientos en Nicaragua.
“La presión nacional e internacional obligará a Lula, al frente de un gobierno compuesto por una mayoría diversa, a pronunciarse en defensa de la ley internacional y los derechos humanos. Eso es inevitable, como lo es el mayor aislamiento del régimen de Ortega”, explicó el exdiplomático y analista político.
Por otro lado, Breda sigilosamente mencionó que es un poco complicado tener una interpretación clara sobre el silencio de Brasil, dado que “parece que está intentando no tomar posiciones fuertes en conflictos alrededor del mundo, entonces no excluyo que eso podría estar ocurriendo en el caso de Nicaragua”.
Posible incidencia la CELAC ante la determinación de la dictadura
En referencia a la excarcelación de los presos políticos, Breda destaca que el asunto de la posible liberación de estas personas posiblemente fue abordado en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tuvo lugar en Buenos
Aires, Argentina, dado que 12 días después se dio el acontecimiento de la expatriación de los presos políticos hacia los Estados Unidos.
“Tal vez algunos países de la región concertaron algún tipo de medida con la que Ortega pudiese estar de acuerdo y que pudiese terminar con la liberación de los presos”, señala el analista.
Sin embargo, insiste en que para el dictador, fue”una acción de presión y de persuasión”, que va más allá de una simple decisión unilateral como la han querido vender.
“Solución que pudiese ser aceptada por todas partes no incluía la revocación de la ciudadanía, por esto la reacción de esos países”, compartió el investigador.
En la cita de la SELAC, no estuvo presente ni el dictador Daniel Ortega, ni Nicolas Maduro, de Venezuela, ya que sobre ellos hay denuncias ante la justicia Argentina por violación de los derechos humanos, razón por la que ambos países enviaron a sus representantes. Por Nicaragua asistió el ministro de Relaciones Exteriores, Denis Moncada, de igual manera lo hizo Venezuela con el canciller, Yván Gil Pinto.
“Tienen que aceptar que su gobierno ya es insostenible y tienen que reaccionar llamando a un diálogo en el que ofrezcan restaurar las libertades públicas, que no quede un solo preso político, y fijen fecha para unas prontas elecciones libres con reformas electorales
profundas, y observación internacional amplia”, enfatizó José Dávila, economista, periodista y exembajador.