Centroamérica cumple este 6 de marzo tres años de vivir oficialmente con el covid-19, con un balance que, a la vuelta 36 meses, no resultó ser tan fatal como se planteó en 2020, pero que sí complicó profundamente a la región sumiéndola en problemas económicos y sociales más amplios y, por supuesto, el impacto sanitario.
Son, de acuerdo a las cifras oficiales más recientes reportadas por los países centroamericanos, 54,302 muertos y poco más de 4.23 millones de casos confirmados.
El impacto económico de la enfermedad aún no ha terminado de calcularse, pero es seguro que es muy grave, porque prácticamente paralizó a las sociedades debido a los confinamientos, los cierres de todas las fuerzas productivas, el cese del comercio y obligó a la virtualidad, algo de lo que se hablaba en la región, pero que no se había puesto a prueba a gran escala.
El país con la mayor cantidad de fallecimientos es Guatemala, que según sus cifras tiene 20,176 hasta el 3 de marzo. En contraparte está Nicaragua, que apenas reporta 245 decesos, una cantidad increíble en el contexto de una situación como la desatada con el virus.
El ocultamiento de los números reales en Nicaragua tiene su respuesta en el control policiaco que ejerce la dictadura de Daniel Ortega en todo ámbito de vida del país.
La vacunación nos salvó
Hace 3 años el miedo se respiraba. El primer caso detectado en la región fue en Costa Rica, el 6 de marzo de 2020, y de ahí comenzaron a aparecer contagios.
Para el 23 de marzo toda Centroamérica estaba infectada. Belice fue el último país que reportó la detección de un caso positivo. Para esa fecha, la región estaba en cuarentena y se paralizó todo. Apenas funcionaba lo fundamental en cada nación. En Costa Rica, el cierre no fue como en El Salvador, por ejemplo, donde se impuso durante 3 meses una cuarentena total y apenas funcionaba un puñado de empresas. Las calles de San Salvador quedaron desiertas y hasta se sitió militarmente a varios municipios.
Emparejado a los temores propios de una especie de apocalipsis zombie, las preguntas eran cómo sobrevivir a algo para lo que nadie estaba preparado, cúando me contagiaré, lograré sobrevivir si me infecto y cuándo aparecerá la cura o por lo menos un medicamento que prevenga el contagio.
Tuvo que pasar casi un año desde el primer contagio en Centroamérica para que las vacunas llegaran a la región. El 20 de enero, Panamá comenzó la vacunación “equitativa” de las dosis que si bien no prevenían el contagio, ayudaban considerablemente a reducir el riesgo de muerte ante la infección.
“La vacunación fue lo que paró la pandemia, salvó el planeta”, dijo a Centroamérica 360° el doctor Alfonso Rosales, epidemiólogo y especialista en enfermedades tropicales.
Aunque tiene un apartado en su análisis para las vacunas chinas que, a su criterio, no sirvieron para nada. En la región, solo El Salvador y Belice las aplicaron.
De acuerdo al reporte de la Organización Panamericana para la Salud (OPS), hasta el 3 de marzo de este año en Centroamérica se habían aplicado 85,673,974 dosis de diferentes vacunas.
Según especialistas, esto, sumado a la famosa inmunidad de rebaño (cuando un colectivo se ha vuelto inmune a la enfermedad por diferentes factores) y a las medidas sanitarias preventivas aplicadas por las poblaciones en cada país, ha ayudado a contener el avance de la enfermedad en su expresión más mortífera.
Las oleadas de covid-19, que a nivel mundial son 7, han afectado a la región, pero todos los expertos insisten en que cada vez son más contagiosas las variantes, pero menos letales.
Después de 3 años, las restricciones son muchísimo menores que al principio de la pandemia. La economía se ha reactivado por completo, la virtualidad en todo sentido es electiva y no tiene que ver necesariamente con un tema sanitario sino de ahorro de costos (todos los países han reanudado clases presenciales en los diferentes niveles) y los centroamericanos han aprendido a sobrevivir con nuevas costumbres.
Lo que sí está claro es que el covid-19 llegó y no se irá. La prevención es responsabilidad de cada individuo y dependerá del grado de amenaza de contagio que entienda.
El compromiso de los gobiernos debería ser, de acuerdo al doctor Rosales, que las vacunas anticovid sean parte de los esquemas permanentes de inmunización y se apliquen cada año a los casi 38 millones de centroamericanos o a la gran mayoría.
Datos del coronavirus por país al 4 de marzo
Belice
Casos: 70,757
Fallecimientos: 688
Cantidad de vacunas aplicadas: 502,000
Costa Rica
Casos: 1,209,725
Fallecimientos: 9,245
Cantidad de vacunas aplicadas: 12,884,913
El Salvador
Casos: 201,785
Fallecimientos: 4,230
Cantidad de vacunas aplicadas: 11,379,601
Guatemala
Casos: 1,237,086
Fallecimientos: 20,176
Cantidad de vacunas aplicadas: 20,242,312
Honduras
Casos: 472,219
Fallecimientos: 11,111
Cantidad de vacunas aplicadas: 16,528,544
Nicaragua
Casos: 15,655
Fallecimientos: 245
Cantidad de vacunas aplicadas: 15,230,924
Panamá
Casos: 1,031,273
Fallecimientos: 8,604
Cantidad de vacunas aplicadas: 8,756,680
En estas cifras no se incluyen los subregistros que en algunos casos podría ser de hasta el 400%, como en El Salvador, según especialistas independientes.