La dictadura sandinista intensifica la represión contra sacerdotes en Nicaragua

Ante la captura de varios religiosos, algunos sacerdotes han huido para no ser secuestrados por la dictadura.

Policías de la dictadura sandinista ingresan a una parroquia en Nicaragua (foto de archivo).

La ola represiva en Nicaragua sigue su curso implacable, esta vez con un marcado enfoque en la persecución de sacerdotes y colaboradores de la Iglesia Católica en todo el país.

Según denunció el periodista nicaragüense Emiliano Chamorro a través de su cuenta en X, varios sacerdotes en diferentes departamentos del país están huyendo por temor a ser secuestrados por la policía sandinista, bajo las órdenes del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

El pasado sábado, el sacerdote Denis Martínez, canciller de la diócesis de Matagalpa, fue secuestrado por las fuerzas policiales del régimen.

Ante este hecho, otros 2 sacerdotes de la misma diócesis se vieron obligados a esconderse para evitar ser capturados, según informó un sacerdote bajo condición de anonimato.

La situación en Matagalpa es especialmente grave. La diócesis, antes liderada por el obispo Rolando Álvarez, ahora en el exilio, se encuentra prácticamente desarticulada.

“La dictadura, en su odio contra la Iglesia Católica, ha ensañado su furia contra esta diócesis”, señaló la fuente, agregando que se desconoce el paradero de varios sacerdotes que han desaparecido en medio de esta represión.

Martha Patricia Molina, investigadora social y crítica de los abusos del régimen, confirmó que la represión continúa intensificándose.

“En algunas comunidades rurales del norte del país, a los delegados se les prohíbe celebrar la palabra de Dios los domingos, e incluso los jueves, además de tener totalmente vedado visitar a enfermos y llevarles la comunión”, denunció Molina.

La situación se torna aún más crítica ante la posibilidad de que aquellos que desobedezcan estas órdenes sean acusados y encarcelados y en el peor de los casos, desterrados.

El 10 de agosto, en un nuevo episodio de represión, fueron secuestrados el padre Leonel Balmaceda, de la parroquia Jesús de Caridad en Estelí, y Carmen Sáenz, ex funcionaria judicial y colaboradora de la Curia Episcopal de Matagalpa.

Este último secuestro de Sáenz, quien trabajaba en la Curia desde la insurrección de abril de 2018, subraya la continua persecución del régimen no solo contra figuras religiosas, sino también contra aquellos que han colaborado con la Iglesia.

A nivel internacional, la situación ha generado fuertes críticas. Estados Unidos ha calificado la persecución religiosa en Nicaragua como una violación sistemática de los derechos humanos y la libertad religiosa, exigiendo al régimen el cese inmediato de estas acciones.

Por su parte, expertos en derechos humanos de la ONU han expresado su profunda preocupación, calificando estas medidas como crímenes de lesa humanidad según los Estatutos de Roma de la Corte Penal Internacional.

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