La migración de centroamericanos aumenta un 70 % durante períodos de sequía, según estudio de Nature

Una investigación de la revista Nature encontró que los flujos migratorios en EEUU de salvadoreños, hondureños y guatemaltecos se disparan durante los períodos secos.

La sequía provoca pérdidas en la agricultura y consecuentemente, la migración de centroamericanos.

Además de violencia y economía, los centroamericanos migran por el cambio climático. Una investigación de la revista Nature encontró que el flujo migratorio en Estados Unidos aumenta en un 70 % durante las temporadas secas, que en la última década fueron más áridas que en el promedio histórico desde 1901.

Entre 2012 y 2018, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos detuvo a más de un millón de personas procedentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, los territorios más expuestos al cambio climático al pertenecer al corredor seco. Nature hace énfasis en que un 29 % de las detenciones correspondió a grupos familiares, por lo que el problema de la reubicación es de amplio alcance y permanente.

Tradicionalmente, la migración se atribuyó a la violencia, las limitadas oportunidades económicas, la corrupción y la inestabilidad política, pero los nuevos análisis sugieren que los efectos adversos al cambio climático también son motores de movilización humana.

Nature analizó los datos de las detenciones de la Patrulla Fronteriza estadounidense entre 2012 y 2018. “Encontramos que el clima de la estación seca predijo la emigración”, señaló la revista en su reporte, donde detalla que en un departamento con clima árido existe la posibilidad de 1.7 veces más que las personas viajen a EEUU que en un territorio con condiciones típicas.

Migrantes centroamericanos en la frontera con México.

 Dependencia a la agricultura

La economía de los países del Triángulo Norte Centroamericano tiene un estrecho vínculo con las actividades agrícolas, incluyendo el cultivo de café, maíz y frijoles. Sin embargo, las condiciones extremas han llevado a que las personas abandonen estos empleos en búsqueda de otras fuentes de ingresos con menos riesgo de pérdidas.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) registra que la agricultura era responsable de un 32 % del empleo en Guatemala, un 37 % en Honduras y un 30 % en El Salvador en 2012, pero esa participación cayó a 31 %, 29 % y 16 %, respectivamente, para 2019.

Nature señala que hay ejemplos palpables de la pérdida de los medios de vida. Tal es el caso que, en 2016, una familia en Olancho, Honduras, mostró a un grupo de periodistas los pozos secos que ya no sustentaban los cultivos de la comunidad, donde los índices de pobreza e inseguridad alimentaria se han disparado.

En San Miguel, El Salvador, ocurrió similar situación cuando los cultivos se marchitaron durante una severa sequía en 2016 y los pobladores alertaron que incluso las semillas mejoradas para soportar temperaturas extremas no se lograban desarrollar.

“Un clima anormalmente seco puede generar desafíos para la seguridad alimentaria a través de la pérdida de ingresos agrícolas entre los pequeños agricultores, la disminución de los salarios o el fracaso de los huertos personales”, señala Nature.

El cambio climático va más allá de la escasez de agua o pérdidas agrícolas durante los eventos extremos, pues también se refleja en una reducción de la productividad de los cultivos. El café, motor económico de Honduras, es uno de los más afectados dado que, con el aumento de la temperatura, se elevan las enfermedades como la roya y las aflatoxinas.

 

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