La interminable crisis energética que mantiene apagada a Honduras

mercado eléctrico

La crisis energética tiene sumida a Honduras en una espiral de millonarias pérdidas para las empresas y el Estado, mientras los habitantes de varias ciudades tienen que padecer prolongados y frecuentes cortes de energía a diario y por el momento todo indica que el problema se prolongará porque el gobierno ha sido incapaz de remediar o al menos paliar semejantes complicaciones.

Estimaciones no oficiales calculan que las pérdidas provocadas por los cortes energéticos rondan $1 millón por día.

A pesar de los llamados de los empresarios para solventar la situación, las cosas no han cambiado. Para junio próximo el panorama, según el gobierno, será el mismo: corte tras corte.

El año pasado hubo, en promedio, 24 apagones diarios (8,859 en todo el año), cuando en 2021 fueron 8,561. Este año se habla hasta de 100 por día.

Una situación como esa es impensable en el resto de la región. Semejantes crisis están, son en Centroamérica cosas del recuerdo. Pero en Honduras no. Son recurrentes.

Empresas muy golpeadas 

El presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Cortés, Eduardo Facussé, volvió a poner el grito en el cielo por la crisis.  

Dijo, de nueva cuenta, que la falta de energía está matando la productividad.

Y mientras las empresas locales tratan de sortear un escenario tan complicado, las extranjeras ya establecidas y potenciales inversionistas evalúan la conveniencia de continuar operando en un país incapaz de suministrar energía eléctrica.

San Pedro Sula, el corazón productivo hondureño, es una de las ciudades más afectadas por los apagones. Ahí los empresarios están hartos de estar sin luz, de quejarse porque no sirve de algo y de las pérdidas.

Importar energía

La crisis energética hondureña es compleja y es el resultado de que con el tiempo y los gobiernos cargados de burocracias y corrupciones hayan construido andamiajes de problemas estructurales.

La Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), un ente autónomo encargado de producir y distribuir la energía, está de rodillas ante la imposibilidad de generar para satisfacer la demanda. Esta proveé el 61% de la energía que se consume en Honduras, pero la escasez de lluvias y una sobredemanda provocada por los aires acondicionados (el calor es infernal en esta época en gran parte del territorio) tienen maniatadas a la institución.

Debido a que los principales generadores son hidroeléctricos y no hay caudal que mueva las turbinas, están recurriendo a la carísima y contaminante alternativa de usar búnker, un derivado del petróleo, una opción que en otros países de la región ha dejado de usarse, al menos constantemente. 

El responsable de la Comisión Reguladora de la Energía Eléctrica (CREE), Virgilio Padilla, planteó recientemente la alternativa de comprar energía a México, para compensar el déficit.  

“Yo creería que habría que trabajar con México para posibilitar la compra de energía porque cuenta con grandes excedentes”, indicó. 

Agregó que “hay que tratarlo con Guatemala que tiene el paso para permitir la venta de energía. Hay que tomar medidas urgentes y creo que esa podría ser la solución si el esfuerzo diplomático de Honduras logra ese cometido”.

El planteamiento por el momento ha quedado en eso, en una opinión.

El ciudadano con la luz apagada

Las cocinas eléctricas se volvieron indeseables en muchas ciudades. Tener una es como poner un adorno en algún rincón de la casa, porque no funciona. Con la falta de energía por los prolongados apagones uno de esos aparatos se vuelve inservible.

Fotografía tomada de la cuenta de @heribaldolainez.

Ahora muchos hondureños han recurrido a las hornillas de gas queroseno, principalmente en los estratos socioeconómicos más bajos.

Entre enero y marzo de este año, el Estado invirtió $23.2 millones para comprar queroseno.

“Es terriblemente problemático lo que sucede, debido a que las empresas se paran, se arruina el producto y la materia prima”, dijo el gerente de Política Económica del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), Santiago Herrera al periódico La Tribuna.

¿Qué la provocó?

Las crisis energéticas son cosas que vienen desde hace años. Entre 1994 y 1996 el país vivió una de las más graves cuando el embalse El Cajón, el más importante del país, prácticamente se agotó. 

Hace casi una década ocurrió prácticamente lo mismo. Las 7 centrales hidroeléctricas del país estuvieron en niveles por debajo de lo requerido tras una prolongada sequía, lo que obligó a racionamientos de 4 horas por día. Todas estas generadoras son propiedad de la ENEE.

Especialistas señalan que la autónoma no logra cambios sustanciales y que, por lo tanto, es incapaz de responder a las necesidades de la economía y la población.

La Asociación por una Sociedad más Justa (ASJ) Honduras señala que “en las últimas décadas, algunos políticos y empresarios han influido en la gestión de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) en formas que no han permitido un funcionamiento eficiente. El subsector eléctrico de Honduras muestra fuertes debilidades en distribución al no poder controlar las pérdidas y asegurar la recolección oportuna del pago por el servicio. La expansión de la cobertura ha sido lenta y limitada y la calidad del servicio no se ha asegurado. Así mismo, existen grandes necesidades de suministro. El desempeño del subsector eléctrico en los últimos años se ha convertido en una limitante para potenciar el desarrollo económico y la estabilidad fiscal en el país”. 

Esta habla de altas pérdidas principalmente por inoperancia de cobros, lo que impide que la ENEE tenga los fondos suficientes para costear su operación.

Además, reporta vicios en la compra de generadores energéticos, como a la Empresa Energía Honduras (EEH), un asoció público privado al que en 2022 el Estado le pagó casi $144 millones, algo que no dio los resultados esperados, por lo que fue intervenido.

Otro problema es el costo del kilovatio, el más caro de la región.

Un informe de la ASJ y Transparencia Internacional -capítulo Honduras- reportó que en el primer semestre de 2022 el déficit de la estatal eléctrica era de $2,244 millones (55,155 millones de lempiras), equivalente a 2.5 veces más que el valor total de su propiedad, incluyendo plantas y equipos.

En los últimos años la inversión estatal para la ENEE ha sido más alta que la destinada para educación, salud o seguridad.

La mora de clientes para la ENEE creció en el último quinquenio a $287 millones, lo que da una idea de la fuga de plata de la autónoma (unos 7,000 millones de lempiras).

Y así pasan los días los hondureños, preocupados porque están seguros que hoy, igual que ayer y seguramente mañana, tendrán otro apagón. 

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