China es una de las civilizaciones más antiguas registradas, su milenaria historia y tradiciones apenas se conocen entre nuestra población. Apenas los sucesos que marcaron el siglo XX, como el fin del imperio como forma de gobierno, con la caída de la dinastía Qing y la aparición de numerosos movimientos revolucionarios exigiendo la formación de una república. Esta arranca en 1912 bajo el liderazgo de Sun Yat-Sen como primer presidente, quien tuvo que pactar con el último líder militar imperial. Fundó su ejército y lo puso al mando de su sucesor Chiang Kai-shek. Éste tuvo que enfrentar, por un lado, al Partido Comunista Chino y; por el otro, al imperialismo japonés, librando una guerra en 1937 con apoyo económico de la Unión Soviética y de los Estados Unidos; mientras que la Alemania nazi financiaba a Japón.
Con el ataque a Pearl Harbor en 1941, Japón abre un segundo frente y es derrotado por los aliados en 1945. Ellos decidieron frenar y castigar la agresión japonesa restaurando a China los territorios que se había anexado desde finales del siglo XIX, en cuenta la isla Formosa. Cuando el gobierno republicano comenzaba a estabilizarse, el partido comunista inició su rebelión armada contra el Kuomintang –partido de gobierno— que pasó a ser guerra civil total a partir de 1947. Los comunistas vencieron al ejército de la república en 1949, con lo que el gobierno Kuomintang, parte del ejército y muchos simpatizantes, huyen a Taiwán, desde donde confiaban poder reconquistar la porción continental. Algo que no ha ocurrido y la República de China sigue existiendo en la actualidad asentada en la isla Taiwán. También llamada provincia rebelde.
La República Popular China, o continental proclama la existencia de un solo país bajo dos sistemas económicos, para incluir a Taiwán y Hong Kong, y es la que reconoce la ONU. Mientras Taiwán, bajo su modelo de desarrollo capitalista, lucha por el reconocimiento internacional y por la inclusión en organismos multilaterales. Los países con mayor independencia económica mantienen relaciones con ambas repúblicas. En nuestra región, se establecieron principalmente embajadas de Taiwán, mismas que han sido pródigas con las pequeñas naciones, a través de sus programas de cooperación, con miras a obtener votos favorables a sus intereses, posturas y hasta inclusión en organismos internacionales. Aspiración no culminada hasta ahora.
El gobierno refundidor que padecemos en Honduras, que se proclama anti imperialista y cuyos líderes piensan con las extremidades, hace el ridículo rechazando a su principal socio comercial. Dicen algunas lenguas que, para evitar la extradición de algunos cabecillas; así que cambian al supuesto opresor del norte, por un verdadero opresor de oriente y de la manera más burda, propia más de un patán que de un diplomático, rompen relaciones con Taiwán para arrojarse en brazos de China continental. Perdiendo así, no sólo las líneas de cooperación en materia agropecuaria, educativa y financiera, sino también cerrando el mercado a las exportaciones de camarones, frutas y vegetales, producidos principalmente en la zona sur del país. Desde el desafortunado viraje, unas 65 empresas de la zona han cerrado y dejado cesantes a miles de trabajadores.
La zona sur de Honduras está completamente deprimida y, según se filtró desde palacio en su oportunidad, el capricho esta vez no fue del usurpador, sino de la señora presidenta. Quien por supuesto no piensa en que nuestra débil economía apenas se sostiene con las remesas que religiosamente hacen llegar los desplazados de la injusticia social que –según su falso discurso— vinieron a combatir. Cuando la única pobreza que han erradicado es la ellos mismos, su familión y el de sus allegados. Por cierto, algunos tan babosos y arrastrados que ya les dicen caracoles, siendo los mejores ejemplos un par de promotores de cárceles en territorio inverosímil. Uno con acciones diametralmente opuestas a las que le señala la ley y el otro fracasado a la hora de fingir estarse apegando a la Ley. Para cumplirle el capricho a la doña veremos qué tan creativos se ponen.
Mientras tanto, las caravanas migrantes se nutren de los desempleados, sacrificados en aras de los préstamos que pretenden obtener de los chinos continentales y que, al hacerse impagables, habrán hipotecado la soberanía territorial que aún conservamos. Que no les extrañe que, en poco tiempo, la sufrida zona sur se vea protagonizando protestas contra el capricho chino de madam.