Muerte del general sandinista Humberto Ortega reaviva dolores de la guerra en Nicaragua

La muerte de Humberto Ortega ha vuelto a abrir el debate sobre el peso del pasado en el presente de Nicaragua.

Humberto Ortega Saavedra

La muerte en cautiverio del general en retiro Humberto Ortega Saavedra, figura clave del sandinismo durante la guerra civil en Nicaragua, ha desatado reacciones encontradas en el país, reviviendo viejas heridas y tensiones.

Mientras el régimen sandinista en el poder lo elogia por su papel militar durante los años 80, los movimientos opositores lo acusan de crímenes de lesa humanidad y corrupción.

Ortega, quien fue jefe del Ejército Popular Sandinista (EPS) desde 1979 hasta 1995, murió a los 77 años, bajo régimen carcelario de la dictadura de Rosario Murillo y Daniel Ortega, su hermano, con quien mantenía una relación tensa desde que criticó abiertamente el plan sucesorio del actual caudillo.

A pesar de haberlo acusado de “traidor a la patria” y haberlo mantenido en arresto domiciliario desde mayo pasado, el régimen emitió elogios póstumos destacando su “contribución a la revolución” y sus “acciones decisivas” en la guerra contra los rebeldes de la Contra.

La codictadora Rosario Murillo, acérrima enemiga del general y quien había respaldado y orquestado las acusaciones contra él, expresó su “tristeza” por la muerte de su cuñado.

El Servicio Militar Obligatorio Nicaragua que impulsó Humberto Ortega dejó miles de jóvenes muertos.

Legado de violencia e impunidad

Sin embargo, para los opositores, su legado está marcado por la violencia y la impunidad.

Humberto Ortega es señalado como responsable de miles de muertes, tanto de combatientes de la Contra como de adolescentes reclutados a la fuerza por el ejército sandinista.

Uno de los episodios más oscuros bajo su mando fue la imposición del servicio militar obligatorio en 1983, lo que resultó en la muerte de miles de jóvenes sin experiencia militar en los campos de batalla.

Grupos como la Gran Confederación Opositora Nicaragüense y la Plataforma de Unidad Democrática han recordado el impacto devastador de la guerra civil, que dejó entre 40 mil y 70 mil muertos, incluidas víctimas civiles y combatientes.

El servicio militar, impuesto por Ortega, convirtió a adolescentes en carne de cañón en una guerra que desgarró a Nicaragua durante la década de los 80.

Además, las masacres contra indígenas misquitos, como la tristemente célebre “Navidad Roja” de 1981, en la que miles fueron desplazados y asesinados, siguen siendo un punto de conflicto en su legado.

Entre los casos más emblemáticos de impunidad asociados a Humberto Ortega, se encuentra el asesinato de Jean Paul Genie, un adolescente ejecutado en 1990 por la escolta del general tras intentar adelantar su caravana.

Este hecho, al igual que muchos otros, nunca fue investigado y refuerza las denuncias de que Ortega utilizaba el poder militar para actuar sin rendir cuentas.

Por su parte, la Plataforma de Unidad Democrática emitió un comunicado denunciando que “la justicia fue sustituida por una falsa paz”, permitiendo que crímenes de lesa humanidad quedaran impunes.

La organización calificó la vida de Ortega como “un símbolo de la impunidad y el abuso de poder que ha marcado al sandinismo desde sus inicios”.

Humberto Ortega también fue objeto de acusaciones de corrupción

Exiliados liberales dese Estados Unidos lo señalan por haber desviado millones de dólares hacia cuentas bancarias en el extranjero y haber creado una red de empresas fantasmas para ocultar el origen ilícito de sus fondos.

Además, estuvo vinculado a la venta de helicópteros y armamento en transacciones que incluían sobreprecios y comisiones secretas.

De igual modo el Centro de Asistencia Legal Interamericano en Derechos Humanos (Calidh), emitió un comunicado lamentando que el sistema de justicia de Nicaragua no pudiera enjuiciar al militar en retiro por las acusaciones de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad por sus acciones como jefe del ejército sandinista en el conflicto bélico de la Guerra Fría.

Pese a las múltiples acusaciones, Ortega nunca enfrentó un juicio.

En su última entrevista, concedida a Infobae, el exgeneral evitó asumir la responsabilidad de los crímenes que se le imputaban, alegando que juzgar los actos del pasado pondría en peligro la estabilidad del país.

Esta respuesta fue rechazada por opositores y organizaciones de derechos humanos, que consideran que la impunidad ha sido una de las principales causas de las divisiones y el sufrimiento en Nicaragua.

La muerte de Humberto Ortega ha vuelto a abrir el debate sobre el peso del pasado en el presente de Nicaragua.

Mientras el régimen intenta capitalizar su legado militar, los movimientos opositores insisten en que los crímenes cometidos durante la guerra civil no pueden ser olvidados ni quedar impunes. La lucha por la memoria y la justicia sigue siendo una herida abierta en la sociedad nicaragüense.

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