El arzobispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, fue condenado a 26 años de cárcel y su ciudadanía fue retirada por la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua, solo un día después de la liberación de 222 presos políticos que el régimen mantenía en condiciones inhumanas en las cárceles.
Monseñor Álvarez, el más fuerte crítico de Ortega y su vicepresidenta y esposa, Rosario Murillo, desde la iglesia católica, se negó a viajar a Estados Unidos el jueves, cuando cientos de nicaragüenses fueron acogidos por ese país tras abandonar los penales en que habían permanecido por años.
El obispo fue condenado por “traición a la patria”, “menoscabo de la integridad nacional” y por “propagar noticias falsas”, los delitos que la dictadura le ha imputado a decenas de sus críticos y por los que los encarceló.
La sentencia de monseñor Álvarez fue leída por el magistrado Octavio Rothschuh, presidente de la Sala Uno del Tribunal de Apelaciones.
Cuando el jueves el obispo decidió no viajar a Estados Unidos expatriado dijo “que sean libres, yo pago la condena de ellos”, según fuentes católicas. Esto en relación a los presos políticos liberados.
Unos días antes, cuatro religiosos, dos seminaristas y un laico, todos de la diócesis de Matagalpa, fueron condenados a 10 años de prisión.
El jueves, tras la liberación de los presos políticos, el dictador Ortega empleó varios minutos de su “programa” para descalificar al religioso, llamándolo desquiciado y soberbio, y “recordándole” que es un “hombre común y corriente. Y afirmó que ahora está en la cárcel La Modelo.
Este mismo viernes, Estados Unidos llamó al régimen de Nicaragua a restaurar las garantías y libertades democráticas para todo el pueblo.