Cantautor Ricardo Arjona dice que la historia guatemalteca la escribe su pueblo

En momentos en que Guatemala atraviesa una profunda crisis político social, Arjona envió una carta en la que resalta el valor y la importancia de los ciudadanos.

El reconocido cantautor guatemalteco Ricardo Arjona envió una carta a sus compatriotas, viendo a la distancia la crisis que viven, en la que enfatiza que el patrimonio más valioso que tiene el país es precisamente su gente.

Dada a conocer la mañana de este viernes, la misiva titulada “La historia escribe”, Arjona, de 59 años y uno artistas chapines más exitosos de los últimos años, hace a su estilo una serie de relaciones históricas y sociales que ha tenido que vivir esta sociedad centroamericana, que en las últimas 3 décadas ha visto un intento de autogolpe de estado, la firma de los acuerdos que pusieron fin a la guerra más larga del continente, cómo  dimitió uno de sus presidentes  y cómo fue preso por corrupción.

“Guatemala tiene un himno, tiene una bandera, y una geografía bendita. Pero su patrimonio radica en su gente y en lo que ellos deciden, todo lo que contradiga su voluntad deberá someterse al juicio de la historia”, 

Ricardo Arjona, en una carta dirigida a los guatemaltecos en relación a la crisis político social.

 

La carta de Ricardo Arjona

“La historia que juega a las escondidas, disimula su apariencia para no dejarse ver, utiliza su don de lo invisible para ser testigo eficaz de todo lo que pasa. No obstante lo invisible, se asegura de todas maneras y se esconde en las esquinas, entre los árboles, detrás de los autos, en oficinas, escuelas, iglesias, postes de alumbrado eléctrico, se confunde con la bruma, se desliza por los tejados, se convierte en arbusto, en lámpara, cuaderno o bicicleta, y escribe todo lo que pasa con rigor minucioso para no dejar nada sin testimonio. Si algunos se enteraran de que la historia los observa, lo pensarían dos veces a la hora de ejecutar sus movimientos que no pretenden otra cosa que el beneficio propio. Lo que no saben es que la historia tarde o temprano los juzga y los pone en su lugar. En nuestra Guatemala, la historia, con su tinta fértil, ávida de acontecimientos y colores, supo escribir en rojo cuando le tocó y en triste, si es que existe ese color, cuando la infamia se apoderó de algunos que usaron de manera deliberada el poder que el pueblo les otorgó para su propio beneficio”.

“Esta debilidad de carácter que bien podría llamarse ambición, se convirtió en una enfermedad contagiosa, la historia bien lo sabe, que envenena incluso a algunos con buenas intenciones que sucumbieron ante la tentación y cayeron en las garras del poder a beneficio del mal y no de los demás. Guatemala, acostumbrada al sufrimiento, aprendió a convertir la desdicha y el padecimiento en una personalidad, que aunque deja volar de a poco la impunidad, sabe reclamar con furia sus derechos. Nuestra historia, con su impecable discreción, es el juez incorruptible que pone en su lugar a los ingratos y a los nobles, aunque no actúa en el momento y deja pasar el tiempo. Guatemala tiene un himno, tiene una bandera, y una geografía bendita. Pero su patrimonio radica en su gente y en lo que ellos deciden, todo lo que contradiga su voluntad deberá someterse al juicio de la historia y a la furia de gente que solo sabe vivir de dos maneras, quizás por un complejo mecanismo que la misma historia instaló en la psicología de lo que somos, podemos estar en paz o podemos estar en guerra, sin dudarlo un instante nos viene mejor la paz y para permanecer así nada hay como respetar la voz de nuestro pueblo para continuar en este sendero sinuoso que nos hace sobrevivir con alegría”.

“Cada gobierno que pasó, fue la esperanza del pueblo guatemalteco, seguramente en su momento se les hubiera defendido a ustedes de la misma manera. Dejemos entonces que Guatemala tenga una nueva oportunidad para la esperanza, en este carrusel surrealista que le entrega 4 vueltas al elegido, la primera de las vueltas para generar expectativas y anunciar cambios, la segunda para darse cuenta que cumplir las promesas es más difícil de lo que se creía, la tercera para sucumbir a la realidad y desenmascarar por completo su auténtica personalidad, y la última vuelta para aguantar la terrible decepción de un pueblo que nuevamente escogía al que no debía y no le queda más que poner las esperanzas en el siguiente en turno. No le quitemos entonces ese pedacito de esperanza que es un rayo de luz entre la oscura realidad de nuestro país, esperemos que esta vez el carrusel, nos traiga con sus vueltas mejores noticias”.

“Detrás de las cortinas, en las oficinas donde se deciden las cosas que generan caos y desesperanza, agazapada, confundida pero atenta… LA HISTORIA ESCRIBE”.

 

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