Culebrón hondureño que parece de prensa rosa pero es pura política

Esta novela tiene dos protagonistas: una exdiputada con aires de diva y un vicepresidente con ínfulas de galán. Se atacan y lo ponen todo en vitrina. ¿Cómo dicen, pan y circo? Pues bueno, la historia lo tiene. Y, por favor, no crucifiquen al mensajero, quien esto escribe.

Esto parece sacado de un guión de telenovela mexicana, de esos culebrones sentimentales que por momentos nos hacen reír y de repente nos dejan al borde de las lágrimas. Es, huele a eso, como historia de despecho. Todo comenzó cuando ella, con aires de diva, dijo que él, quien toma posturas de galán, le pidió que fuera su amante. Después de eso, todo se descosió y ahora es una guerra de dardos políticos muy envenenados. Y no tendría nada de escandaloso si no se tratara de un pleito verbal entre una exdiputada, Marlene Alvarenga, y el vicepresidente de Honduras, Salvador Nasralla. ¡Ah!, y tampoco si no lo ventilaran en público para deleite de aquellos que nos encanta el escándalo de la prensa rosa, aunque se cubra con sábanas políticas.

Ella denunció, en público, ante las cámaras, por supuesto, que él le había pedido que tuvieran un idilio. Y, a su decir, le insistió que “estaba enamorado de ella”.

Él, cuasi fornido, o aparentando serlo, sin canas y vestido a la moda, como diría cualquier mexicano al estilo chavorruco, dolido por las frases de la presidenta del Partido Anticorrupción, no se quedó callado. Tomó aires de conquistador y quiso lapidar con sus palabras: “ella no es mi target”. ¡Pum!, estaba dicho. Y lo externó tomándose el tiempo y pensando bien cada palabra. Trató de ser hiriente pero frío, cáustico pero con chispazos de conquistador desentendido, serio pero con gracia.

Pero no se limitó a eso. Sabía que tenía que ser más punzante, más contundente y, claro, parecer más interesante. Así como debe imaginarse que tienen que comportarse los rompecorazones detrás de las pantallas, como hubieran dicho nuestros abuelos, como un dandy. 

Así que desenfundó su mejor repertorio. El fulminante, el que debe noquear a cualquiera, el que sale de lo más profundo del orgullo propio.

“Yo salí con muchas mujeres antes de conocer a mi esposa, pero primero (ella) no es mi estilo; segundo, hay que, más o menos, ver el nivel de ella en comparación con el tipo de bellas mujeres con las que yo salí toda mi vida, y me casé con una mujer bella”.

Lo hizo con dolo, con desprecio, como todo buen presumido, queriendo ser pretencioso pero sin querer caer en el extremo.

Pero la diva no se podía quedar callada ante semejante pedantería. Tenía que responder con un ataque proporcional, o quizá un poquito más allá, como se hace en las guerras, cuando tiras un disparo de escopeta y te devuelven una granada fragmentaria sin seguro, consciente de que el estallido desgarrará no solo orgullo, sino también imagen.

“Gracias a Dios no soy de su target… (Nasralla) no me llega ni al talón del pie a mí”, sentenció la abogada tras enterarse de los mensajes del vicepresidente. 

Sabía que tenía que usar la misma dosis de desprecio que él utilizó para referirse al tema. Sabía que los aires de diva no se bajan porque antes muerta que sencilla.

Y le tiró más combustible a la llama. “(El vicepresidente) tiene que hacer show… yo no soy de esas maripositas por eso mismo te rechacé”, ¡Auch! Golpe al hígado, al corazón y al amor propio de un hombre.

Viéndolo desde la esquina del cuarto donde se pelea esta pareja que no es pareja, en frío, lo de Nasralla fue desmedido. Dejó entrever que piensa que ella está loca.

“Yo creo que ella debe de tener un par de tornillos sueltos porque no hay mujer que en este momento a la que yo le haya dicho alguna vez, si quiere ser mi amante o ‘¿quieres tener algo conmigo?'”. Eso no es cualquier cosa.

Captura de pantalla de un post de Marlene Alvarenga en su cuenta en Facebook.

Y sí, Nasralla tiene razón, se casó con una reina de belleza, Iroshka Lindaly Elvir, la Miss Honduras que compitió en 2015 en Miss Universo. Modelo y política y casi 40 años menor que él.

¿Y qué dijo ella? Pues, según el esposo, nada. “Ella sabe absolutamente todo y sólo se murió de la risa, ella sabe más o menos qué tipo y cual es el círculo de amigas que yo tuve a través de mi vida”, según el vicepresidente. 

Folclor político hondureño, entre espinas y veneno, entre insultos y descalificaciones, entre patadas y mordidas. Escándalo puro, salpicado de morbo, cargado de especulaciones, con frases más que alcanzativas. Bienvenidos a Honduras, donde los políticos creen estar en el mundo de la prensa rosa sabiendo que están en el país más empobrecido de la región, donde el circo y el pan divierten y por momentos hacen olvidar los agobios.

 

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