EEUU reclama la libertad del obispo Rolando Álvarez preso en Nicaragua

El subsecretario de Estado Brian Nichols dijo que monseñor, el prisionero político más emblemático de la dictadura, lleva 500 días en prisión de manera injusta.

El obispo Rolando Álvarez fue encarcelado en agosto de 2022 y condenado a 26 años de cárcel. Fue desterrado por la dictadura Ortega-Murillo en enero de 2024.

El Departamento de Estado de Estados Unidos, a través de un pronunciamiento difundido en redes sociales por el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian A. Nichols, condenó enérgicamente las acciones del régimen de Nicaragua, liderado por los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo, por la detención prolongada e injusta del obispo Rolando Álvarez.  

Según el comunicado, el obispo Álvarez ha sido encarcelado durante 500 días en condiciones que generan preocupación internacional. 

El Departamento de Estado denunció que, durante este tiempo, las autoridades nicaragüenses han mantenido a Álvarez aislado, impidiendo una evaluación independiente de las condiciones de su encarcelamiento.  

Además, han sido publicados videos y fotografías manipulados que, según el comunicado, sólo sirven para aumentar las inquietudes sobre el bienestar del obispo. 

No es un hecho aislado de la dictadura  

El régimen de Ortega-Murillo ha sido acusado de detener injustamente a numerosos líderes religiosos, incluyendo al obispo Isidoro Mora y a varios sacerdotes. 

Estas acciones forman parte de una política más amplia de restricciones severas a las comunidades religiosas, limitando la libertad de los ciudadanos nicaragüenses de practicar sus religiones y expresar sus creencias. 

En el contexto de esta preocupante situación, el Departamento de Estado de Estados Unidos ha reiterado un llamado a la dictadura de Nicaragua para la liberación inmediata y sin condiciones del obispo Rolando Álvarez.  

Este pedido resalta la creciente preocupación internacional sobre la situación de los derechos humanos y la libertad religiosa en Nicaragua, que llevó al papa Francisco también a pronunciarse el 1 de enero.  

 

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