El condenado que incide en la política panameña: Ricardo Martinelli

Ricardo Martinelli, condenado por corrupción, pero fuera de prisión por contar con la protección del dictador Daniel Ortega de Nicaragua, sigue enviando mensajes y dando muestras de que aún sentenciado, influye en la vida panameña.

Foto archivo AFP

Ricardo Alberto Martinelli Berrocal es el único condenado panameño que incide directamente en la política de su país. Hallado culpable de corrupción, con una pena de más de 10 años de cárcel, pero refugiado en la embajada de Nicaragua para burlar la justicia, el expresidente tiene libertad de externar mensajes y, se dice, planear el gobierno que tendría su delfín, Raúl Mulino, principal aspirante a ganar las elecciones de este domingo.

Por medio de su cuenta en X, Martinelli, de 72 años, lanza sus dardos sin problema alguno. La dictadura de Daniel Ortega le ha dado cobijo y aunque legalmente tiene que estar tras las rejas, el hombre se jacta de su suerte por medio de cada post.

“Hoy estoy en modo James Bond… 007”, dijo este sábado, con sorna, en un video de apenas 7 segundos, lo suficientemente largo como para descomponer a sus críticos, que son muchos. 

En el clip se le ve tranquilo, sentado en un sofá, vistiendo una camisa de mezclilla con su nombre bordado a la derecha, en el pecho, y a la izquierda las iniciales RM, que son las suyas y las del partido por el que corre Mulino, Realizando Metas.

El viernes, tras conocerse el curioso aval de la Corte Suprema de Justicia a su exministro de Seguridad, su excompañero de fórmula y su amigo, José Raúl Mulino, Martinelli escribió “¿cómo sería la historia de cada uno de ustedes contadas por sus peores enemigos? Pues eso fue exactamente lo que me pasó a mí los últimos 10 años de mi vida. Ahora Dios nos dará la oportunidad de escuchar el otro lado, lo que de verdad pasó y al fin tendremos todos paz y progreso”.

Se refiere a los procesos judiciales que afrontó por lavado de dinero y otros delitos en los que incurrió cuando fue mandatario (2009-2014).

El político que se jacta de haber llevado desarrollo económico y de haber realizado las principales obras públicas (como el metro), sostiene, a pesar de ser vencido en juicio y de que las autoridades judiciales le rechazaron cuanta apelación presentó para revertir su condena, que es inocente.

El expresidente Martín Torrijos (2004-2009), predecesor de Martinelli, y segundo en la competencia electoral según las encuestas, dijo que este ha sido “un proceso lo suficientemente accidentado”.

“Confiado en que (los panameños) votarán a conciencia, con el beneficio de la patria primero. Salgamos a votar con convicción y responsabilidad (por él, aspirante del Partido Popular), porque Panamá merece ganar”, sostuvo este sábado.

“No dejes que la corrupción o la improvisación sigan marcando el rumbo de nuestro país”, agregó.

Ricardo Lombana, otro de los aspirantes con posibilidades (tercero en preferencias) fue más cauto sobre el caso y dijo “confío en ustedes”, refiriéndose a los electores.

En los corrillos políticos panameños se dice que si Mulino gana, trazará las líneas para que Martinelli, el hombre que desvió más de $30 millones del Estado para comprarse un grupo editorial que le sirve para hacerse propaganda, resolvería su situación legal a favor.

El hombre, un millonario empresario, eso sí, tiene su popularidad bien ganada. No la merma ni la condena, ni su intento de burlar a la justicia ni su descalificación como candidato. Y, por ósmosis, parece habérsela heredado a su delfín.

Cómo sea, Martinelli, declarado agente corrupto por el gobierno de Estados Unidos, está sonriendo, fuera de la prisión, acomodado en una embajada, bajo el manto de un dictador que ha cometido crímenes de lesa humanidad. Política a la panameña, dicen algunos.

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