El presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor Carlos Enrique Herrera, oró en público el obispo preso por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, Rolando Álvarez.
El gesto, breve y discreto, ocurrió en la solemne eucaristía en honor a la Virgen de la Merced, patrona de la Diócesis de Matagalpa, el día domingo 24 de septiembre.
“En nombre también de nuestros hermanos obispos de la Conferencia estamos siempre orando por ustedes, (por) monseñor Rolando (Álvarez), para que siempre unidos en oración el Señor nos conforte y nos consuele, siempre esperando lo mejor que Dios quiera, pero siempre orando con la esperanza de que el futuro será mejor para todos nosotros”, dijo el obispo Herrera.
"Los Obispos de la Conferencia oramos por Monseñor Rolando y por ustedes, Diócesis de #Matagalpa. Esperando el futuro sea mejor". Monseñor Carlos Enrique Herrera, Obispo de la Diócesis de #Jinotega. Y presidente de la Conferencia Episcopal de #Nicaragua. pic.twitter.com/0pSJUEd9IO
— Manuel Antonio Obando Cortedano (@ManuelObandoCor) September 25, 2023
Monseñor Álvarez, que pertenece a esa Diócesis, está preso desde agosto de 2022 y condenado desde febrero de este año a 26 años de cárcel por acusaciones infundadas de la tenebrosa dictadura familiar.
El diario La Prensa, en su sitio web, destacó que esta es la primera vez que un integrante de la CEN interviene en un acto litúrgico por el sacerdote preso.
El medio destaca el hecho, tomando en cuenta la dictadura ha encarcelado a sacerdotes nicaragüenses que se refirieron o mencionaron al obispo en sus homilías.
Actualmente hay 8 sacerdotes presos, incluyendo Álvarez, acusados por Murillo y Ortega de traición a la patria, noticias falsas y otras leyes arbitrarias.
Uno de los últimos sacerdotes detenidos por abogar por Álvarez fue Osman Amador Guillén, de 36 años, a quien el pasado 8 de septiembre policías lo sacaron de la Catedral de Estelí después de haber dicho en una eucaristía “viva la Iglesia Católica y viva monseñor Rolando José Álvarez”.
Desde las protestas sociales de 2018, aplastadas a fuego y sangre por la dictadura sandinista, Ortega y Murillo han desatado una persecución brutal contra la Iglesia Católica y sus miembros, a quienes han desterrado, desnacionalizado, confiscado, golpeado, amenazado, encarcelado y condenado.