Arévalo llama incapaz e incompetente al gobierno y arenga a seguir con “la revolución” guatemalteca

En plaza pública en la Ciudad de Guatemala, el presidente electo criticó al gobierno por no resolver no tener voluntad de resolver la crisis política en el aniversario de la Revolución de 1944.

El presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, llamó incapaz e incompetente al gobierno de Alejandro Giammattei, por no poder solventar la crisis política y social que atraviesa el país derivada de los ataque judiciales contra el proceso electoral.

En plaza pública, ante miles de manifestantes y enfundado con un chaleco chapín, de motivos muy propios de la cultura guatemalteca, Arévalo aprovechó el aniversario de la Revolución de octubre de 1944 para decir que están a las puertas de una nueva primavera, que se construye con el pueblo y para él.

Se refirió, antes de su discurso y los aplausos de la multitud en el centro de la capital, a que “nosotros estamos facilitando, ante la evidencia que del lado del gobierno de la república no hay no la más mínima intención de buscar algún arreglo… espacios de diálogo entre distintos actores”.

Aprovechó para arengar a quienes le apoyan, que son los decididos a salir a las calles del país, como lo han hecho durante los últimos 19 días, a defender “la democracia” y a poner pecho ante una arremetida del Ministerio Público.

“Hoy como ayer, el pueblo Guatemala no se rinde”, dijo al hacer el parangón con lo que vive el país centroamericano actualmente y lo que atravesó hace 79 años, cuando derrocaron a Federico Ponce Vaides, uno de tantos presidentes militares de facto en la historia de la nación y permitió el paso de unas elecciones libres.

“No contaban con el poder de la esperanza, con esa tropa de jóvenes ilusionados, incansables, que vieron en un académico convertido en político y en un partido de gente joven, la encarnación de su esperanza”, dijo en su mensaje.

A Arévalo se le notó muy cómodo, como siempre ha lucido cuando tiene su baño de multitudes.

La respuesta de la multitud, después de cada bloque de frases arengadoras, el aplauso, los sonidos de las vuvuzelas y pitos, el ondeo de las banderas de Guatemala.

Desde lo alto de una terraza, dijo que con su lucha y elección, el pueblo le apuesta a un destino de dignidad e igualdad, donde la corrupción no tendrá cabida.

Arévalo, quien hasta antes del 25 de junio, el día de las elecciones generales, no figuraba en el mapa político (al menos así lo decían las encuestas que apenas le daban un 2.8 % de preferencias), pasó sorpresivamente a la segunda vuelta y el 20 de agosto ganó arrolladoramente por casi 900,000 votos ante una Sandra Torres condenada a llegar a la antesala de la presidencia, quien vio por tercera ocasión consecutiva su derrota en segunda vuelta.

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