Sacerdote nicaragüense denuncia “silencio cómplice” de obispos ante dictadura Ortega-Murillo

En un emotivo discurso, el padre Benito Martínez recibió un premio a nombre del obispo Rolando Álvarez, encarcelado y desterrado por la dictadura de Managua.

Sacerdote nicaragüense

El Padre Benito Martínez recibió el premio a nombre de monseñor Rolando Álvarez de manos del senador Marco Rubio.

El sacerdote Benito Martínez conmovió a toda la audiencia que se congregó este miércoles durante la entrega del Premio Libertad 2024, un reconocimiento del Instituto Republicano Internacional (IRI) Washington destinado al Obispo nicaragüense Rolando Álvarez por su infatigable lucha en defensa de la libertad religiosa y política en Nicaragua.

Durante la solemne ceremonia, el padre Martínez, quien también es nicaragüense y ha compartido la misma lucha y prisión que Monseñor Álvarez, pronunció un discurso cargado de emoción y compromiso, en ausencia del obispo, quien fue desterrado a Roma tras pasar varios meses presos en las cárceles de la dictadura de los Ortega-Murillo.

Con voz firme y conmovedora, Martínez expresó: “Como sacerdote, como nicaragüense y como compañero de la misma lucha y de cárcel, es para mí un verdadero gusto y una profunda satisfacción haber sido elegido para recibir este prestigioso premio que el Instituto Republicano Internacional concede a uno de los hombres más sobresalientes en la lucha por los Derechos Humanos y la libertad religiosa en América Latina en los últimos años”.

Sus palabras resonaron en el recinto, haciendo eco de la tragedia y la esperanza del pueblo nicaragüense.
Martínez recordó los sacrificios y la valentía de aquellos que han luchado por una Nicaragua libre y democrática desde los años 80, contra las dos dictaduras sandinistas.

“Lo recibo en nombre de los más de 75,000 adolescentes y jóvenes que murieron llevados a la fuerza a la guerra durante el primer período de desgobierno sandinista entre los años 1980 y 1990”, exclamó con profunda convicción.

Asimismo, el sacerdote rememoró a los prisioneros políticos, a las familias devastadas por la violencia política de los sandinistas y a aquellos que han sido forzados a abandonar su tierra en busca de un futuro más prometedor.

“Recibo esta distinción en memoria de las familias que, junto con sus hijos, fueron quemadas vivas en el barrio Carlos Marx de Managua”, declaró, conmoviendo a los presentes con la crudeza de la realidad nicaragüense bajo la dictadura de la familia Ortega-Murillo.

Monseñor Rolando Álvarez, obispo nicaragüense quien fue preso político de la dictadura Ortega-Murillo y luego desterrado.

Martínez concluyó su discurso con un llamado a la acción y la solidaridad internacional, junto a una crítica a los obispos de su iglesia.

“En nombre de Dios, de la iglesia en Nicaragua y de todos los nicaragüenses, les suplico que no engrosen la lista de países, gobiernos, instituciones y conferencias episcopales que, en esta hora difícil y amarga que vivimos, han vuelto los ojos hacia otra dirección en un silencio cómplice y cobarde del cual habríamos deseado que estuvieran exentos los obispos que conforman la conferencia episcopal de Nicaragua”, subrayó el prelado.

Las palabras del sacerdote Benito Martínez resonaron más allá de las paredes de la sala, recordando al mundo la urgencia de la solidaridad y la acción frente a la injusticia y la opres

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